16 de abril de 2010

Hijo, si eres tonto, qué culpa tiene nadie

Hay gente muy dada a ayudar a cualquiera. Un día descubrieron a aquel desvalido anglosajón. Les pidió ayuda en su balbuceante castellano. Al verle perdido, en busca de fotos, datos e historias, le ayudaron desinteresada y caballerosamente. Realizó un gran trabajo que, por supuesto, se adjudica: una recopilación de todo lo que unos cuantos incautos bienintencionados le proporcionaron. Ahora da a entender que ha visitado todos los lugares, que las fotos son suyas y que es producto de su indagación todo aquello de lo que le informaron. Y, además, misteriosamente, ya no contesta nunca a los correos de los antiguos asesores. ¿Para qué?

3 comentarios:

Paz Zeltia dijo...

Los hay agradecidos!
(¿ni siquiera les incluye en el "agradecimiento"?)
Y mira, hizo como muchos que publican lo que los becarios o negros hacen por ellos :-)

(la propiedad intelectual es como las otras: susceptible de robarse -o de tomarse prestada-)

Diles a los bienintencionados que eso no les coharte a la hora de seguir ayudando

Paz Zeltia dijo...

pordió quitame esa hache,
que arte tengo con el harta del coarta

Lan dijo...

Vale, Zeltia, aunque estén hartos les diré que no se coarten. De tu parte. :-)