
Publicando o no, escribir es un vicio poco controlable. Ayuda a ver a los demás y a uno mismo. Y, a veces, hasta proporciona buenos ratos. Siempre hay que esmerarse, porque entrar en el detalle y el matiz hace interesante la lectura. El que escribe, casi siempre, quiere transportar al lector. A veces, o las más de ellas, sin conocerle. Así que se siente un prostituto voluntarioso, deseando con sus mejores oficios agradar al cliente y que repita. Lo curioso es que, cuando lo consigue, antes suele haberse satisfecho a sí mismo. Lo dicho, puro vicio. Y con poquita enmienda.
6 comentarios:
Agradar al cliente pero haberse satisfecho antes a sí mismo...
Pues mira, nunca había visto yo así la cosa esta de escribir. Pero, ahora que lo dices, me parece un simil (o metáfora o lo que sea) muy acertado.
Tal vez, Ángeles, las cosas desinteresadas sean las más interesantes que hacemos. :-)
Gracias.
Pues eso también me gusta mucho. Gracias.
visto como lo cuentas, sí que suena vicioso el asunto, si.
y nada de enmiendas.
por favor.
:D
Bueno, Zeltia, continuaremos la senda tortuosa. Sin manillar, como toda la vida.
Me alegro, Ángeles.
Gracias a ti.
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