La mayoría de los sentimientos
que nos acompañan en la vida se atenúan con la edad, el uso los convierte en
consuetudinarios. Y seguramente les pasa lo mismo a los sentidos y a los
centros fisiológicos que en nuestro cuerpo perciben, los unos, cuanto nos rodea
y, los otros, el dolor. El uso hace que los caminos queden más nítidamente
dibujados entre la espesura y que, quien los recorre, camine con más confianza
en no perderse pero, también, con la certeza de que no puede cambiarlos y,
sobre todo, con la amargura de estar destinado a un aburrimiento irreversible.
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8 comentarios:
Si te "amachas" en cruzar por donde no hay senda, te puedes llevar una sorpresa con alguna culebra. Te lo dice una que mas de una vez ha tratado de encontrar nuevos senderos.
;P
Buen comentario,Insumisa, sobre todo de alguien que no suele amacharse en sus empeños. :-)
uf, yo no creo que sea así como lo cuentas... sí que es más fácil, tal vez, transitar el mismo camino pero la aventura de descubrir uno nuevo, y llegar, es indescriptible... y sí por tierra la vegetación está demasiado intrincada para atravesarla, siempre nos queda volar...
me viene a la mente el poema de Oliverio Girondo:
"No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo;
un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco
o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de sorportarles
una nariz que sacaría el primer premio
en una exposición de zanahorias;
¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono,
bajo ningún pretexto, que no sepan volar..."
un poema sensacional, si no lo conoces léelo entero aquí:
http://inviernosazules.wordpress.com/2005/05/06/puedo-soportarlo-todo-menos-una-mujer-que-no-sepa-volar/
biquiños,
Gracias por el poema, Aldabra. No lo conocía.
Bicos.
Me llama la atención que te refieras al aburrimiento, porque esta es una palabra que últimamente me ronda mucho por la cabeza y que me siento tentada a utilizar con frecuencia.
¿Será que lo da el otoño?
En mi caso, Ángeles, lo da el otoño de la vida. Supongo que, en el tuyo, se trata sólo de momentos aislados.
Pero, de vez en cuando, y sean cuales sean las circunstancias, puede haber algo que nos saque del aburrimiento. Por eso la gana de vivir es lo último que desaparece. Creo.
Gracias.
A mandar.
:-)
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