Sin tener idea aproximada de los
caninos que entran en un cuarto de kilo, la intrépida Amelita quería darse a la
promiscuidad. Su madre le advirtió: “Hija, tú no reúnes condiciones”. Pero la
muchacha respondía, con mohines de disgusto, que afición le sobraba.
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Hija mía, no socialices tu cuerpo, comprende que vas
contra corriente.
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Pues yo no quiero privatizarlo, ¿quién es un hombre
para ser mi dueño?
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Hay soluciones discretas. Y, además, la gente está por las
privatizaciones, y más, en la cosa femenina.
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Pues yo, qué quieres que te diga, me quedo con la
autogestión.
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¡Anarquista!
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¡Y tú, pedorra!
4 comentarios:
Es que contra la vocación es difícil luchar...
Y contra las costumbres hipócritas también, Ángeles.
Estupendo diálogo que me recuerda a:
"Yo lo coloco y, ella, lo quita"
[Por el juego( y el juego de mis palabras ordenadas. Recomponlas, únelas) del cartel, por el significado del texto]
Breves
Deica
Muy agudo, Beato.
Saludos.
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