Los oídos de piedra añoran los
tonos quedos que sofoca una almohada.
El olfato, íntimo notario, recuerda
olores personales que se desvanecieron.
El tacto tiembla sobresaltado,
romo ya para diferenciar texturas.
El gusto tiene tatuajes viejos
sobre los que no encaja ninguna novedad.
Las articulaciones, engarzadas en
astillas de tiempo, son pedernales que dictan rigidez.
Los ojos, lavados por mil aguas
de penas y alegrías, se han desvaído y miran asustados a la indefinición
borrosa.
12 comentarios:
El tiempo deja su huella, en todos los sentidos.
Claro, Ángeles, pero últimamente no estoy seguro de que los humanos estemos preparados para lo que nos espera.
Es que vivimos de espalda a la vejez y da miedo en una sociedad en la que solo se valora la juventud. Esa aceptación del paso del tiempo y de esos cambios que no se pueden evitar porque son naturales, eso cuesta y mucho.
Un saludo
Mi abuela decía: la vejez es muy fea, ya lo veréis.
Nos parecía que estaba un poco loca. Y no tanto, no.
¿Y como para qué jijos habría que mirar al futuro?
Borroso ¡claro que sí! ¿cómo podría ser de otra manera? NI LAS VIDENTES LO VEN CLARO.
No es la vejez lo que es fea, es la incapacidad o discapacidad que algunas veces apareja con la edad. Por eso "mesmamente" (dijo el indio) mejor vivir el hoy de la mejor manera, de la manera que mas me "cuadre".
Digo yo, sin andar haciendo daños, sin andar pisando callos, sin cargar rencores y/o agravios.
No le tengas miedo al "cucuy". A lo mejor ni se te aparece.
:P
(Ya se me volvieron a olvidar mis claves de acceso, por eso ando ligeramente anónima)
Así es el futuro, siempre: una indefinición borrosa, que asusta cuanto más viejo eres.
Besitos.
Conxita, es cierto. Los cambios, a peor, se aceptan mal. Y, además, los que llegan a la vejez han de acoplarse a ellos por primera vez.
Gracias por tus comentario.
Paloma, ahora todo el mundo tienen a crecerse ante la adversidad, a luchar como héroes contra las enfermedades, a reinventarse cuando llega la vejez... y todo por ocultar la verdad: que la vida siempre nos va venciendo hasta que un día nos derrota definitivamente. Pero ni en las desgracias nos resistimos a sentirnos protagonistas.
¡Hay que ver cómo somos!
Gracias por tu comentario. Bien lista, tu abuela.
Aunque andes anónima, el viento del desierto tiñe tus palabras con un deje inconfundible. Enseguida te conocí.
Un placer, como siempre, recibir tus comentarios.
Apapachos.
Sara, a mí me parece que el futuro, cuando más asusta, es cuando se te hace presente. Porque ninguno nos lo esperamos.
Gracias por tu comentario.
El futuro llega a pasos de gigante y nos encuentra en cualquier escondite que elijamos.
Y además, Sara O., al futuro no le gusta ver a nadie bien.
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