Tenía una vieja parcelita cultivada con unos cuantos surcos de tímidos cogollos de “cuánto lo siento”, de flores mustias de “no me digas”, de avergonzadas frutas de “parece mentira” y de gruesos tubérculos de “no hay derecho”.
Pero los modernos jardineros me espetaron que olvide cultivos tan arcaicos y que, en su lugar, plante esquejes de “esto es lo que hay”, amapolas de “sin complejos”, cardos cabezones de “se hará lo que haya que hacer” y bellotas de “estoy aquí para arreglar esto”. Y, sin permiso, me han tirado la tapia del huerto y me han metido las apisonadoras. Sí.
10 comentarios:
conmueve la metáfora.
¡ Que fuerte!
¡¡genial!!
creo que debes buscar otro lugar donde hacer tu huerto, lejos de esos botarates que se hacen llamar jardineros cuando en realidad son destripaterrones.
biquiños,
Con metáfora, pero sin nervio, aquí yacemos, Zeltia.
¿Tú crees, Lohen?
Besos.
Aldabra, cada uno pone su huerto donde puede. Como siempre.
Bicos.
Y menos mal que no te han obligado a plantar cebollas "y te callas", ni pepinos "porque lo digo yo".
Pero igual cualquier día...
Los años sirven, Ángeles, para ver como las cosas se repiten y como los estilos, que uno creía olvidados para siempre, incomprensiblemente vuelven a ponerse de moda. Pero, como tú dices, puede que mañana haya más y peor. Y, me temo, que la gente joven crea que estas cosas son nuevas.
Con todo y las apisonadoras, TU SABRÁS LO QUE PLANTAS EN TU HUERTO.
Hagan lo que hagan y digan lo que digan los demás.
Voy a seguir plantándolo de letras. Necesitan poca agua, se crían bien y crían entre ellas. Y a todo el mundo le resuelven la vida porque para vivir, ¿qué se necesita?
Saber las cuatro letras, doña Piel de Letras, todo el mundo lo sabe.
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