Les decían chorlitos a los
carámbanos. En otros pueblos les llamaban calamocos. Cuelgan de los tejados como
colmillos que afila cada noche la lima sorda del frío de la sierra. Una
escofina cuyos dientes son duros y helados como puntas de estrella.
-¡Chicos, no
os comáis los chorlitos que dan garrotillo!
Todos daban la advertencia por
certera. A la difteria, que mataba por sofocación atacando la garganta, le
llamaban en los pueblos garrotillo (tal vez, diminutivo burlón del garrote vil)
y también crup, probablemente de croup, palabreja que se dejaron por aquí los ingleses
en la Guerra de la Independencia.