Toda mentira es verdad hasta que se
demuestre lo contrario y, a veces, ni aún así. Hay que presumir la inocencia
hasta cuando el culpable se jacte del delito. La justicia aquí es “garantista”
y, aunque muchos no pillemos la finura de la broma, democrático favor que se
nos hace. Tenemos hasta lo que no necesitamos pues, algunas finezas, sólo se
gestionan en los bufetes de abogados de prestigio.
No caigamos en la tentación de
unirnos a la anarquía fiscal, porque la viabilidad de España sólo la garantiza
la cohesión que tenemos, la mayoría de los españoles, en el conformismo.