Opinión fue, de no sé qué sabio,
que en el mundo sólo había un gobierno digno y justo. Y aconsejaba a las
naciones que cada una creyese que aquel gobierno era el propio y, así, sus
naturales vivirían felices sabiéndose rectamente dirigidos y gozando de su
justicia insobornable, amparo de los débiles y escarmiento de los poderosos que
tienden, aún hoy, en algunos pagos, a acoplarla a sus caprichos. Pensando así,
la paz iluminaría la Tierra y los mansos gozarían la bienaventuranza de
poseerla mancomunadamente. Pero nuestro gobierno hace tantos esfuerzos por
desengañarnos, que es que no hay manera, oye.
13 de octubre de 2013
27 de septiembre de 2013
Sentir
Para escribir de cosas que son
inexpresables hay que mirar por la ventana, oler el aire, escuchar los sonidos,
observar las nubes, ver jugar a los niños, presenciar el trasiego de la gente,
oír retazos de conversaciones, acordarte de los conocidos, reconocer lo payaso
que fuiste tantas veces, avergonzarte de tus errores, saber que alguna vez con
certeza fuiste bueno, dejar que el corazón navegue sin mandarle y, de vez en
cuando, sentir como las lágrimas viajan solas desde tus ojos a la tierra.
Porque entre el aguacero de las penas la llama de felicidad arde más fuerte.
20 de septiembre de 2013
La marca España
Mientras muchos catalanes ansían
seguir su propia suerte, Esperanza Aguirre propone catalanizar España.
Vemos como la cloaca
incomprensible de la deuda se traga salarios, dineros de la sanidad, de la
investigación y la educación y, ahora,
se dispone a vampirizar las pensiones.
Y todos somos sumisos pagadores de nuestros verdugos.
¡Viva España!, proclama Morgan
Stanley, aplaudiendo tan brillante programa de gobierno, qué oportunos.
El Papa, posiblemente abochornado
ante este inmundo mundo, declara que jamás fue de derechas.
Y mientras las patas de la nación
se tronchan, don Juan Carlos se opera. Que tenga suerte con las listas de
espera.
19 de septiembre de 2013
Limosna
Quizás, finalmente, vaguemos todos por ahí como
desterrados de los mil lugares que un día amamos, desubicados como ciegos entre
los muchos paisajes que nos sobrecogieron, impotentes como mudos para balbucear
las mágicas palabras que alguna vez oímos, aislados como sordos para sentir de
nuevo los sonidos de seda que nos atemperaron, insensibles como piedras a este
devenir, resabiadamente escépticos ante cualquier porvenir. Puede que el olvido no sea
más que un marasmo de sensaciones en el que nos hundimos, excedidos por el
caudal hondo, confuso, amable y temible de tanta memoria. Esa que usamos de
limosna para nosotros mismos.
17 de septiembre de 2013
Hacer compañía
-
- ¿Qué quieres?
- Nada. Vengo a hacerte compañía.
- ¿Qué quieres?
- Nada. Vengo a hacerte compañía.
La belleza de
lo sencillo puede pasar desapercibida. No ocurrió. Y ella se hizo tan tibia
como el sol en una solana, tan apacible como la luna llena, tan plena como un manto
de estrellas. La compañía es un don gratuito difícil de encontrar, porque es
pieza a encajar, a la par, en dos rompecabezas.
Luego me proyecté
a mí mismo en un mañana solitario, recontándome los mil cuentos de antaño,
reconfortantes siempre, y negándome, tozudo como un asno, a imaginar ni un
momento el desierto de un futuro sin ella.
7 de septiembre de 2013
Casi una certeza
Últimamente tengo la impresión de
que la corrupción general, sobre todo a gran escala, da seguridad y estabilidad
a la gran economía del orbe y de que son los movimientos por la justicia, la honradez
y la claridad los que convertirían en inseguras las finanzas globales de un
país, si es que alguno se decidiera a intentarlo seriamente. Porque, en el
fondo, si eso ocurriera, cambiarían tan radicalmente las reglas del juego, que
se haría inviable el modo de operar de la alta política y de la economía
mundial. Son demasiados siglos haciendo lo mismo. La honestidad no es viable.
Desde esta vuelta del camino
Doy las gracias a quien me enseñó
a leer lo que en ninguna parte estaba escrito. Doy las gracias a quien, cuando
quise saber, no me engañó; a quien, cuando pregunté, no me mintió; a quien,
cuando quise aprender, no me adoctrinó. Doy las gracias a quien, con su
sencillez, hizo descarrilar mi soberbia; a quien, sin yo pedirlo, me ha dado
acceso permanente al almacén sin fondo de su cariño. Doy las gracias, sobre
todo, a quien me hizo comprender que, tal vez, lo más difícil para las personas
sea descubrir lo que cada una lleva dentro.
5 de septiembre de 2013
Humanidad
¡Malditos seáis! Porque tuve
hambre y me llamasteis parásito, porque
tuve sed y me llamasteis borracho, porque era forastero y me disteis la
espalda, estaba desnudo y os mofasteis, estaba enfermo y os alejasteis con asco,
estaba en la cárcel y dijisteis que lo merecía, me ahogaba en la pena y no me
consolasteis, os imploré y me llamasteis farsante y, sobre todo, porque el que
vive en la calle a merced del azar y la intemperie, aunque reúna todas las
faltas que a mí me achacáis, tiene a su favor una razón que vosotros
desconocéis: la de la humanidad.
2 de septiembre de 2013
La sombra cambiante
Amanezco en el campo. Emergiendo
del horizonte brota el sol como una naranja y enseña a cada ser o cosa a trazar
su sombra cambiante. En alboradas y crepúsculos, mansamente, se deja mirar de
frente sin herir. Y, al alba, se ansía su calor con la misma intensidad con que
se le huye en los agobiantes mediodías o en la calima de las tardes. Y, al verlo
ascender imperceptiblemente caldeando el relente, intuyo que es nuestra
condición desear aquello que después temeremos y luego, en el crepúsculo, supongo
que nuestro destino es perder siempre lo que amábamos. Nuestra sombra cambiante.
29 de agosto de 2013
Agosto
Agosto es el mes que menos pesa y,
cuando queremos recordar, ha desaparecido. De tan liviano, se lo ha llevado en
el pico una codorniz y, como ella, no volverá hasta otro año. Agosto es el
último mes con nombre evocador, porque luego vienen esos meses numerales,
acabados en “bre”, con mala leche, como si, agotados los sustantivos guapos
tras agosto, alguien, precipitadamente, hubiera impuesto esos vocablos hirsutos,
ordenancistas, casi marciales:
Septiem-bre, ¡firmes!
Octu-bre, ¡marchen!
Noviem-bre, ¡apunten!
Diciem-bre, ¡fuego!
Meses que, sin piedad, fulminarán
otro año viejo.
Agosto no hubiera permitido cosa
tal, pero se lo llevó una codorniz.
De una encuesta
-
¿Qué opina de los políticos?
-
No sabría decirle.
-
¿Son necesarios, pese a todo?
-
No sé.
-
¿Ha conocido alguno que le satisficiera?
-
Ya no me acuerdo.
-
¿Votará en las próximas elecciones?
-
No es necesario. Tanto da. Pueden seguir sin mí.
-
¿Se siente representado por algún partido?
-
No me consta.
-
¿Considera normal su vida y su pensamiento?
-
La vida normal es para otros, no está a mi alcance. El
pensamiento, si verdaderamente pensamos, nunca podrá encajar con lo que nos
presentan como normal.
-
Sus respuestas no encajan en mi encuesta.
-
Deséchelas. Estoy acostumbrado.
21 de agosto de 2013
Ánima, animal
Admiro la felicidad de los
animales salvajes que ignoran siempre que la desdicha existe. Nunca padecen
hambre ni sed, nunca están tristes. No poseen más que su propio ser. Nada
esperan ni temen. Van y vienen, gobernando su vida, hasta que mueren. No dependen
de nada ni de nadie y gozan siempre de albedrío, sin saber lo que es ni
desearlo. Quizás, alguna vez fuimos como ellos y puede que, si existe un
paraíso, renazcamos a una vida sin miedo. Desconocer el miedo podría ser la libertad,
pero yo no sé de nadie que así viva: como un recién nacido.
20 de agosto de 2013
Piedad
Aquella mañana de finales de
agosto era luminosa, tímida aún del calor, tranquila y fresca. Miré hacia
arriba. Cientos de golondrinas, inesperadamente, poblaron de modo irracional el
azul uniforme e infinito del cielo que ponía fondo a las torres de pisos de mi
barrio. Supe enseguida que era una despedida. Y la ballesta del resorte de la
comparación me atrapó tenaz por la garganta: si tú te fueras, sólo me quedaría
ese azul infinito, mudo e inquebrantable, que las golondrinas dejaron tras su
marcha. No te vayas, amor mío. No me dejes oteando las estelas invisibles que
dejaron tus alas.
13 de agosto de 2013
La especie desobediente
Ninguna especie se muere de
hambre, excepto la nuestra. Y, encima, la denominamos pomposamente la del “Homo
Sapiens”. Puede que nos sobre arrogancia y, con tanta excelencia, terminemos en
un fracaso global. Se dice en El Génesis: “…del árbol de la ciencia del bien y
del mal no comerás…”. Pero comimos. Y seguramente esa ciencia bicéfala
terminará, sin prisas, acabando con todo. Pero, ya sabéis, La Biblia es un
cuento primitivo y olvidado y, además, como a todos nos consta, la ciencia sólo
se utiliza para el bien, jamás para otra cosa. Bueno, en cualquier caso, si eso…
avisados estáis.
A Federico Arcos
“Contigo río,
si ríes.
Lloro contigo,
si lloras.
Porque somos,
lo que somos;
Sentimos
como sentimos,
y, sentimos,
los dos, lo mismo.” (Federico Arcos)
Al leer este poema de Federico
Arcos entendí un poco más lo parejas que discurren las vidas de tantos y, en
esa comunión de sentimientos, me sentí dibujado con precisión. Un saludo al
poeta, si llega a leer esto, y mi agradecimiento personal por haberme visto
abarcado en la atinada brevedad de sus sencillas palabras.
6 de agosto de 2013
Brainstorming
Mientras camino, juego a pensar
las cosas, a adivinar su devenir. Pero, últimamente, noto que las cavilaciones
no me llevan a parte alguna y, menos, a ninguna ilusión que me parezca
verosímil. Pensando, ideo senderos diferentes pero, a cada paso, topo con otros
nuevos que surgen espontáneamente y, al distraerme de los anteriores, me aturdo,
pierdo el hilo y me embrollo en una mezcla de ideas que, como cordoncillos,
terminan paralizándome la mente con su caos. Al final, mentalmente inmóvil,
sigo andando con la inercia imparable de la caída de los cuerpos. La tormenta
de ideas no sirve en solitario.
18 de julio de 2013
Corte
-Ya me enteré que se ha muerto el Pirolo. Lo siento chica.
En la frutería, la aludida pone un gesto de resignación y
hace un mohín de pena al tiempo que musita suspirando un lacónico:
-Gracias.
La otra parroquiana sigue en su papel plañidero y, viendo al
niño que la doliente hija lleva de la mano, no se resiste a la pantomima del
bienqueda y continúa con su pía conmiseración:
-No tengas pena, hijo mío, que tu abuelito ya está en el
cielo.
El niño la mira y, tras apenas un segundo, dice muy serio:
-No creo.
Tirados
Con el sentido ético adormecido,
o entumecido, por los golpes que se dan los payasos en este circo cotidiano,
cruel, desmoralizador y ameno en que se ha convertido, o quizás lo fue siempre,
la política, reconozco que el espectáculo merece la pena. Y cuando vemos a los
protagonistas echarlo todo por las tarjeas de la degradación, tenemos una idea
más exacta del mundo y del país y, ya de paso, de nosotros mismos. Inermes,
presuntamente honrados, vemos agarrarse a la tabla de la presunción a todo el
mundo porque presuntamente somos ciudadanos libres en un país presuntamente
democrático. Da morbo.
23 de junio de 2013
La Batalla del Ebro
Yermo por dentro queda uno ante
aquel campo de batalla, ante aquella fiesta real, fúnebre y salvaje de ateos,
moros y cristianos, de sublevados y leales, de rojos y fascistas, de muertos de
tantas ideas y lugares que, al final, sólo la muerte los hizo semejantes.
Desde la Sierra de Pandols se
domina el escenario de la Batalla del Ebro y uno se siente incapaz de imaginar
desde allí el enfrentamiento de medio millón de hombres. La mañana está fresca
y luminosa. A lo lejos todo es belleza pero a mis pies aún encuentro un trozo
de metralla. Lo guardo.
Fontilles
Fontilles fuiste aprisco, hoy ya
centenario, de lazarinos arrojados del calor humano. Tuviste más de tres mil
metros de muralla. Contención y aislamiento.
Jesuitas y doctores. Monjas y enfermeros. Religión y ciencia. Alma y
cuerpo. A unos diste cobijo y a otros miedo. Unos te eligieron para siempre;
otros huyeron. Los más te amaron; otros te aborrecieron. Desde que existe la
memoria, la marca leonina de la lepra ha ahogado en soledad y dolor a los
enfermos y espantado a los sanos. Abunda aún en nuestro mundo, pretendidamente
solidario, porque no interesa producir remedios para quienes no pueden
pagarlos.
Quien desee obtener información
fidedigna sobre el sanatorio de Fontilles y sobre la evolución de esta
enfermedad en España en el último siglo, puede leer la obra “Cuidados y
consuelos” del historiador Vicent Comes Iglesia. También puede visitar la página
web del sanatorio: http://www.fontilles.org/
20 de abril de 2013
Asumidos
Aletean las ideas en el aire de
nuestro tiempo breve, recorren gozosas el pequeño espacio que inunda cada vida
y lo desbordan con el gozo inesperado e inconmensurable del hallazgo de
tremendas certezas diminutas. Y nacen, crecen y mueren, asfixiadas, con la
fragilidad de pajarillos. Porque las pocas convicciones son siempre simples y
amorosas, y bullen indefensas enamoradas de sí mismas. Y porque la dificultad
de trasmitir lo simple enmudece gargantas y, a quienes osan intentarlo, se les
sonríe condescendientemente, cordialmente se les consuela por su incuestionable
desvarío. No existen, pero son asumidos. La soledad es su condena. Por pensar.
29 de marzo de 2013
El rehén
El caminante postra su mente ante
el templo vivo que de vez en cuando le altera los sentidos, le paraliza toda
urgencia y, contra su voluntad, le urge a quedarse. Titubea. Pero, al final,
cada uno es presa irrenunciable de sí mismo, de esta vida que nos hemos
fraguado, y, queriendo no irse, al alejarse, el caminante se siente un mero
rehén, un ser indigno, un colgado de una vida fugaz y desnortada, amiga de lo
insignificante.
Inmolados y olvidados
(Inmolar.- Sacrificarse por un ideal o por el bien de otros.)
Todos los que fueron inmolados
tuvieron, tienen y tendrán un peso plúmbeo, negro y repugnante sobre la
conciencia particular y colectiva. Porque todos somos seres humanos y porque
morir es ley pero no hay ley para matar.
El olvido es la ley del tiempo,
sin embargo no hay ley para olvidar. Existen numerosos monolitos que, por azar,
uno encuentra. Sin embargo, podría haber muchos más que uno no encontrará
jamás. Todos rememorarían a personas que fueron desdichadamente iguales a la
hora de morir pero, para algunos, ni siquiera está permitido el recuerdo. Hay
quien lo teme. Aún, tantos años después.
Arrui
Para el caminante perseverante y
discreto, que no sabe lo que busca en los montes pero al que suele maravillar lo
que encuentra, siempre es fascinante la serena presencia del animal salvaje.
El caminante se pregunta si no
encontró un congénere, otro ser que ansía vivir sin ser notado. Pero como el
ser humano se nutre de recuerdos y goza imaginando paraísos, no se resigna a no
robar, con el ojo impune, negro e inofensivo de la cámara, la imagen
desconfiada y esquiva del arrui. Y, en un instante, se queda con un pellizco
vivo de la sierra.
12 de marzo de 2013
Carnaval
Me llama la llamada del oropel
vacío. Tapadera firme y fugaz, como la música estruendosa, para cuanto pueda
ocultar una pequeña locura transitoria. Me llama la llamada del tul, del celofán,
del color y las formas, del papel y de la pedrería, de la inusual alegría obligatoria,
del desfile, del exhibicionismo ocasional que embadurna de caricias el ego, que
envuelve cuerpo y alma en papel de caramelo, que alumbra espejismos de Alicia
en su país para olvidar las desdichas del nuestro. Un año más pasó el carnaval
haciéndonos felices como a niños. ¡Viva el carnaval! Ahora, seguiremos con la
farsa.
Viviendo con sonrojo
Buda no pide. Rubio, su perro, le
acompaña siempre. Viven en la playa.
Hoy un concejal le ha mandado
sentarse bajo el parasol de una terraza.
-Una cerveza para Buda.
-Yo solo habla polaco.
-Sin problemas. Yo hablaré.
El concejal se engola ante la
televisión local:
“Es una historia de amor. Buda y
el Rubio son inseparables. No quiere irse a un albergue porque le separan de su
perro. Este ayuntamiento le proporciona jaula y atención veterinaria para que
ambos puedan trasladarse al albergue de la capital.”
Y, con esta caridad televisada,
Bodo y el Rubio desaparecieron de la turística playa. ¡Viva España!
En un mundo pervertido
No sé su nombre. El viejo está
sentado en una banqueta plegable a la salida de un supermercado. Solía tocar el
acordeón.
-Señor, ayúdame.
Él me conoce. Miro y veo su
acordeón junto a él, apoyado en la acera, con un letrero que dice: “Se vende”.
-La policía no me deja tocar.
Algo se me remueve por dentro. La
ira es un sentimiento que se me queda corto. La policía, tremendamente efectiva
protegiéndonos del hambre inofensiva y onerosa del músico rumano, es incapaz de
atajar las rapiñas descaradas e infames de los poderosos. Vivimos en un mundo
pervertido. Doy fe.
11 de marzo de 2013
Abel Paz
Abel Paz eligió el nombre del
primer hombre bueno asesinado y un apellido tan conciso, preciso y armonioso
como amplia, general y bastardeada es la idea que contiene. Él podía hacerlo
porque era anarquista y pensaba que la Humanidad no necesita gobiernos, jerarquías,
autoridades, policías ni ejércitos, y las personas, enclavadas en la Naturaleza,
no necesitan ninguna de esas entidades para estar, como los otros seres, en
comunión con ella. A la vista del desastre de nuestro sistema de vida, me
pregunto si Abel Paz no tenía razón. Llevamos demasiados siglos encomendando
nuestras vidas a los clanes de Caín Guerra.
Frente al mar
Frente al mar quieto de mercurio
azul el corazón se para. La deslumbrante llamada del miedo anega las entrañas.
La calma tentadora te adormece y te alivia con la fuerza inesperada de una
droga antigua, desconocida u olvidada. La voz interior calla, engatusada, para
escuchar el silencio de terciopelo luminoso. El espíritu se imanta y, aquietado,
pierde el pulso, olvida el tiempo, y se bifurca entre el ahogo sobrecogedor y la
ternura de un seno que rebosa esperanza. La memoria se vacía de recuerdos y,
por unos momentos, no eres joven ni viejo. No eres nada ni nadie.
Perdido en un rincón de embrujo
Zlatan cena de prestado las tapas que graciosamente le pone
el tabernero amigo. Habla solo y, alternativamente, con los parroquianos.
Desgrana, en su ritual, una cerveza tras otra. La nebulosa torturante de lo que
vio, de lo que hizo, le acompaña.
-
¿Volverás a tu país?
-
Allí no existo. Como de tantos, no hay memoria de mí en
ningún registro.
-
Pero, ¿tu familia?
-
A mi padre lo mataron, madre murió. Es todo.
-
Pero, ¿tu casa?
-
Es de otros.
-
¿De dónde eres?
-
De Mostar.
-
Allí los españoles reconstruyeron el puente viejo.
-
Sí, lo dejaron aún más antiguo de lo que era.
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