Admiro la felicidad de los
animales salvajes que ignoran siempre que la desdicha existe. Nunca padecen
hambre ni sed, nunca están tristes. No poseen más que su propio ser. Nada
esperan ni temen. Van y vienen, gobernando su vida, hasta que mueren. No dependen
de nada ni de nadie y gozan siempre de albedrío, sin saber lo que es ni
desearlo. Quizás, alguna vez fuimos como ellos y puede que, si existe un
paraíso, renazcamos a una vida sin miedo. Desconocer el miedo podría ser la libertad,
pero yo no sé de nadie que así viva: como un recién nacido.
21 de agosto de 2013
20 de agosto de 2013
Piedad
Aquella mañana de finales de
agosto era luminosa, tímida aún del calor, tranquila y fresca. Miré hacia
arriba. Cientos de golondrinas, inesperadamente, poblaron de modo irracional el
azul uniforme e infinito del cielo que ponía fondo a las torres de pisos de mi
barrio. Supe enseguida que era una despedida. Y la ballesta del resorte de la
comparación me atrapó tenaz por la garganta: si tú te fueras, sólo me quedaría
ese azul infinito, mudo e inquebrantable, que las golondrinas dejaron tras su
marcha. No te vayas, amor mío. No me dejes oteando las estelas invisibles que
dejaron tus alas.
13 de agosto de 2013
La especie desobediente
Ninguna especie se muere de
hambre, excepto la nuestra. Y, encima, la denominamos pomposamente la del “Homo
Sapiens”. Puede que nos sobre arrogancia y, con tanta excelencia, terminemos en
un fracaso global. Se dice en El Génesis: “…del árbol de la ciencia del bien y
del mal no comerás…”. Pero comimos. Y seguramente esa ciencia bicéfala
terminará, sin prisas, acabando con todo. Pero, ya sabéis, La Biblia es un
cuento primitivo y olvidado y, además, como a todos nos consta, la ciencia sólo
se utiliza para el bien, jamás para otra cosa. Bueno, en cualquier caso, si eso…
avisados estáis.
A Federico Arcos
“Contigo río,
si ríes.
Lloro contigo,
si lloras.
Porque somos,
lo que somos;
Sentimos
como sentimos,
y, sentimos,
los dos, lo mismo.” (Federico Arcos)
Al leer este poema de Federico
Arcos entendí un poco más lo parejas que discurren las vidas de tantos y, en
esa comunión de sentimientos, me sentí dibujado con precisión. Un saludo al
poeta, si llega a leer esto, y mi agradecimiento personal por haberme visto
abarcado en la atinada brevedad de sus sencillas palabras.
6 de agosto de 2013
Brainstorming
Mientras camino, juego a pensar
las cosas, a adivinar su devenir. Pero, últimamente, noto que las cavilaciones
no me llevan a parte alguna y, menos, a ninguna ilusión que me parezca
verosímil. Pensando, ideo senderos diferentes pero, a cada paso, topo con otros
nuevos que surgen espontáneamente y, al distraerme de los anteriores, me aturdo,
pierdo el hilo y me embrollo en una mezcla de ideas que, como cordoncillos,
terminan paralizándome la mente con su caos. Al final, mentalmente inmóvil,
sigo andando con la inercia imparable de la caída de los cuerpos. La tormenta
de ideas no sirve en solitario.
18 de julio de 2013
Corte
-Ya me enteré que se ha muerto el Pirolo. Lo siento chica.
En la frutería, la aludida pone un gesto de resignación y
hace un mohín de pena al tiempo que musita suspirando un lacónico:
-Gracias.
La otra parroquiana sigue en su papel plañidero y, viendo al
niño que la doliente hija lleva de la mano, no se resiste a la pantomima del
bienqueda y continúa con su pía conmiseración:
-No tengas pena, hijo mío, que tu abuelito ya está en el
cielo.
El niño la mira y, tras apenas un segundo, dice muy serio:
-No creo.
Tirados
Con el sentido ético adormecido,
o entumecido, por los golpes que se dan los payasos en este circo cotidiano,
cruel, desmoralizador y ameno en que se ha convertido, o quizás lo fue siempre,
la política, reconozco que el espectáculo merece la pena. Y cuando vemos a los
protagonistas echarlo todo por las tarjeas de la degradación, tenemos una idea
más exacta del mundo y del país y, ya de paso, de nosotros mismos. Inermes,
presuntamente honrados, vemos agarrarse a la tabla de la presunción a todo el
mundo porque presuntamente somos ciudadanos libres en un país presuntamente
democrático. Da morbo.
23 de junio de 2013
La Batalla del Ebro
Yermo por dentro queda uno ante
aquel campo de batalla, ante aquella fiesta real, fúnebre y salvaje de ateos,
moros y cristianos, de sublevados y leales, de rojos y fascistas, de muertos de
tantas ideas y lugares que, al final, sólo la muerte los hizo semejantes.
Desde la Sierra de Pandols se
domina el escenario de la Batalla del Ebro y uno se siente incapaz de imaginar
desde allí el enfrentamiento de medio millón de hombres. La mañana está fresca
y luminosa. A lo lejos todo es belleza pero a mis pies aún encuentro un trozo
de metralla. Lo guardo.
Fontilles
Fontilles fuiste aprisco, hoy ya
centenario, de lazarinos arrojados del calor humano. Tuviste más de tres mil
metros de muralla. Contención y aislamiento.
Jesuitas y doctores. Monjas y enfermeros. Religión y ciencia. Alma y
cuerpo. A unos diste cobijo y a otros miedo. Unos te eligieron para siempre;
otros huyeron. Los más te amaron; otros te aborrecieron. Desde que existe la
memoria, la marca leonina de la lepra ha ahogado en soledad y dolor a los
enfermos y espantado a los sanos. Abunda aún en nuestro mundo, pretendidamente
solidario, porque no interesa producir remedios para quienes no pueden
pagarlos.
Quien desee obtener información
fidedigna sobre el sanatorio de Fontilles y sobre la evolución de esta
enfermedad en España en el último siglo, puede leer la obra “Cuidados y
consuelos” del historiador Vicent Comes Iglesia. También puede visitar la página
web del sanatorio: http://www.fontilles.org/
20 de abril de 2013
Asumidos
Aletean las ideas en el aire de
nuestro tiempo breve, recorren gozosas el pequeño espacio que inunda cada vida
y lo desbordan con el gozo inesperado e inconmensurable del hallazgo de
tremendas certezas diminutas. Y nacen, crecen y mueren, asfixiadas, con la
fragilidad de pajarillos. Porque las pocas convicciones son siempre simples y
amorosas, y bullen indefensas enamoradas de sí mismas. Y porque la dificultad
de trasmitir lo simple enmudece gargantas y, a quienes osan intentarlo, se les
sonríe condescendientemente, cordialmente se les consuela por su incuestionable
desvarío. No existen, pero son asumidos. La soledad es su condena. Por pensar.
29 de marzo de 2013
El rehén
El caminante postra su mente ante
el templo vivo que de vez en cuando le altera los sentidos, le paraliza toda
urgencia y, contra su voluntad, le urge a quedarse. Titubea. Pero, al final,
cada uno es presa irrenunciable de sí mismo, de esta vida que nos hemos
fraguado, y, queriendo no irse, al alejarse, el caminante se siente un mero
rehén, un ser indigno, un colgado de una vida fugaz y desnortada, amiga de lo
insignificante.
Inmolados y olvidados
(Inmolar.- Sacrificarse por un ideal o por el bien de otros.)
Todos los que fueron inmolados
tuvieron, tienen y tendrán un peso plúmbeo, negro y repugnante sobre la
conciencia particular y colectiva. Porque todos somos seres humanos y porque
morir es ley pero no hay ley para matar.
El olvido es la ley del tiempo,
sin embargo no hay ley para olvidar. Existen numerosos monolitos que, por azar,
uno encuentra. Sin embargo, podría haber muchos más que uno no encontrará
jamás. Todos rememorarían a personas que fueron desdichadamente iguales a la
hora de morir pero, para algunos, ni siquiera está permitido el recuerdo. Hay
quien lo teme. Aún, tantos años después.
Arrui
Para el caminante perseverante y
discreto, que no sabe lo que busca en los montes pero al que suele maravillar lo
que encuentra, siempre es fascinante la serena presencia del animal salvaje.
El caminante se pregunta si no
encontró un congénere, otro ser que ansía vivir sin ser notado. Pero como el
ser humano se nutre de recuerdos y goza imaginando paraísos, no se resigna a no
robar, con el ojo impune, negro e inofensivo de la cámara, la imagen
desconfiada y esquiva del arrui. Y, en un instante, se queda con un pellizco
vivo de la sierra.
12 de marzo de 2013
Carnaval
Me llama la llamada del oropel
vacío. Tapadera firme y fugaz, como la música estruendosa, para cuanto pueda
ocultar una pequeña locura transitoria. Me llama la llamada del tul, del celofán,
del color y las formas, del papel y de la pedrería, de la inusual alegría obligatoria,
del desfile, del exhibicionismo ocasional que embadurna de caricias el ego, que
envuelve cuerpo y alma en papel de caramelo, que alumbra espejismos de Alicia
en su país para olvidar las desdichas del nuestro. Un año más pasó el carnaval
haciéndonos felices como a niños. ¡Viva el carnaval! Ahora, seguiremos con la
farsa.
Viviendo con sonrojo
Buda no pide. Rubio, su perro, le
acompaña siempre. Viven en la playa.
Hoy un concejal le ha mandado
sentarse bajo el parasol de una terraza.
-Una cerveza para Buda.
-Yo solo habla polaco.
-Sin problemas. Yo hablaré.
El concejal se engola ante la
televisión local:
“Es una historia de amor. Buda y
el Rubio son inseparables. No quiere irse a un albergue porque le separan de su
perro. Este ayuntamiento le proporciona jaula y atención veterinaria para que
ambos puedan trasladarse al albergue de la capital.”
Y, con esta caridad televisada,
Bodo y el Rubio desaparecieron de la turística playa. ¡Viva España!
En un mundo pervertido
No sé su nombre. El viejo está
sentado en una banqueta plegable a la salida de un supermercado. Solía tocar el
acordeón.
-Señor, ayúdame.
Él me conoce. Miro y veo su
acordeón junto a él, apoyado en la acera, con un letrero que dice: “Se vende”.
-La policía no me deja tocar.
Algo se me remueve por dentro. La
ira es un sentimiento que se me queda corto. La policía, tremendamente efectiva
protegiéndonos del hambre inofensiva y onerosa del músico rumano, es incapaz de
atajar las rapiñas descaradas e infames de los poderosos. Vivimos en un mundo
pervertido. Doy fe.
11 de marzo de 2013
Abel Paz
Abel Paz eligió el nombre del
primer hombre bueno asesinado y un apellido tan conciso, preciso y armonioso
como amplia, general y bastardeada es la idea que contiene. Él podía hacerlo
porque era anarquista y pensaba que la Humanidad no necesita gobiernos, jerarquías,
autoridades, policías ni ejércitos, y las personas, enclavadas en la Naturaleza,
no necesitan ninguna de esas entidades para estar, como los otros seres, en
comunión con ella. A la vista del desastre de nuestro sistema de vida, me
pregunto si Abel Paz no tenía razón. Llevamos demasiados siglos encomendando
nuestras vidas a los clanes de Caín Guerra.
Frente al mar
Frente al mar quieto de mercurio
azul el corazón se para. La deslumbrante llamada del miedo anega las entrañas.
La calma tentadora te adormece y te alivia con la fuerza inesperada de una
droga antigua, desconocida u olvidada. La voz interior calla, engatusada, para
escuchar el silencio de terciopelo luminoso. El espíritu se imanta y, aquietado,
pierde el pulso, olvida el tiempo, y se bifurca entre el ahogo sobrecogedor y la
ternura de un seno que rebosa esperanza. La memoria se vacía de recuerdos y,
por unos momentos, no eres joven ni viejo. No eres nada ni nadie.
Perdido en un rincón de embrujo
Zlatan cena de prestado las tapas que graciosamente le pone
el tabernero amigo. Habla solo y, alternativamente, con los parroquianos.
Desgrana, en su ritual, una cerveza tras otra. La nebulosa torturante de lo que
vio, de lo que hizo, le acompaña.
-
¿Volverás a tu país?
-
Allí no existo. Como de tantos, no hay memoria de mí en
ningún registro.
-
Pero, ¿tu familia?
-
A mi padre lo mataron, madre murió. Es todo.
-
Pero, ¿tu casa?
-
Es de otros.
-
¿De dónde eres?
-
De Mostar.
-
Allí los españoles reconstruyeron el puente viejo.
-
Sí, lo dejaron aún más antiguo de lo que era.
2 de febrero de 2013
De caza
Laderas, barbechos, rastrojos,
siembras, olivares, viñas, aliagares, retamares, espinos, zarzamoras, bancales,
aguazales, pobedas y jarales, todo lo va moliendo en su tic-tac el perseverante
paso de las botas. Los ojos devoran las distancias, pero los pies tienen que
coserlas con miles de puntadas diminutas, juntitas, tranquilas en el llano, relajadas
en las bajadas, apretadas y fatigosas en las tremendas cuestas que agotan el
motor de los pulmones y tensan de dolor las cuerdas de las piernas. Canta la
perdiz en lo más alto y se deja caer ladera abajo para que sortees, si es que
puedes, un nuevo barranco.
La noche
Tirita el uniforme negro de la
noche con sus topos lejanos de luces engañosas. Dos sonidos en la negrura
esférica: el golpeteo acolchado de la lluvia en la tierra y el aliento silbador
del viento que lo enmaraña todo. El niño tiene miedo, se tapa la cabeza y,
dentro de la cama, inventa otra oscuridad caliente que le ampara. Y, despacito,
se zambulle en la burbuja acorazada del sueño. Ignora así ese tiempo, inmenso
para él, que sólo se borra cuando la luz lo desbarata, porque la noche es para
brujas y lobos, y algunas almas que no encuentran acomodo.
29 de enero de 2013
Onanismo
Deslumbrado por lo inefable,
tanto le palpitaban interiormente las ideas que le sobrecogían como las
oberturas de algunas sinfonías. Abrumado, se preguntaba si había para tanto o
si valía la pena aquel alivio, aquellas tormentas absurdas con vocación de escritura.
Pero, casi siempre, le terminaba venciendo la tentación de sentir las palabras
rebotando en el aire, buscando su destino, para, finalmente, verlas apresadas
en frases, brutalmente inmovilizadas y prendidas a un significado; y, sobre
todo, le podía el placer de sentirlas emerger, todas juntas, con la prisa
incontrolada de un espasmo, de su cabeza insomne, como una eyaculación
fecundadora del vacío.
Equilibrio
Caminar hasta el ocaso daba
tiempo para incesantes conjeturas, todas poco probables, el último día de la
temporada. El campo le esperaba como un mar quieto de orografía invertida. Y,
mirando al horizonte, se sentía atemorizado e impotente ante aquel reto
voluntario. Tenía que equilibrar sus mermadas fuerzas con una sobredosis de
paciencia, la velocidad con la precisión, la ambición con la perseverancia y el
método. Sustituir el ansia por la presa por el arte de sorprenderla, la
vehemencia por la sensatez… Meditando sobre estos pensamientos comprendió, a
sus años, que la caza era una vieja y olvidada actividad educativa.
26 de enero de 2013
No te ciegues
Recapacita, Manolo, no te ciegues. ¿No ves que el gobierno
decía unas cosas y hace otras?, ¿no comprendes que te engatusó la banca?, ¿no
notas que la justicia te torea?, ¿no observas al politiquerío pedir decencia a
los demás? No te abrumo más, Manolo, pero todo el mundo te engaña. ¿Qué tiene de
particular que te engañe tu mujer? Perdónala, hombre, no ves que ella,
arrepentida, al menos te lo ha dicho. Si no te revuelves contra tanto
desaprensivo, no vayas a pagarlo ahora con ella que, al fin y al cabo, tenéis
una relación, un cariño y un algo.
Nada
A las tristezas que me pudren,
a las alegrías olvidadas,
a los amores que oxida el recuerdo,
a los fuegos fatuos de la edad dorada.
A todos ellos les dedico
el amargo mirar de mi mirada,
el ácido sentir de mi tristeza,
el bostezo salado del olvido
y el dulce sabor a nada de la nada.
23 de enero de 2013
La ilusión recurrente
A veces imaginaba que la
demoledora corrupción tendría finalmente un efecto extraordinario: unir a la
gente de izquierdas y derechas, borrar, en definitiva, las señales del pasado
que perduraban desde la Guerra Civil. La corrupción, paradójicamente, podría
amalgamar a la gente frente al enemigo común, en lugar de mantenerla enfrentada.
Pero eran ilusiones pasajeras, porque los dos grandes partidos, incesantes
generadores de corruptelas, basaban su existencia en un pugilato de denuncias
mutuas que arrastraban fidelidades y aseguraban su alternancia ora como regeneradores,
ora como disolutos. Y mantenían dividido al país repartiéndose el poder como
dos castas que se necesitaban recíprocamente.
22 de enero de 2013
Charco de ranas
Cuando oyó cantar a la rana pensó
que la cogería. Pero, apenas se movió, aquélla saltó a la charca. Sin moverse,
se fijó en las ondas de su zambullida. Esperó un rato y creyó vislumbrarla en
el fondo fangoso. Aún podría cogerla. Pero, al aproximarse a la charca, un ciento
de ranas saltaron a ella. Los chapoteos e impactos en el cieno oscurecieron las
aguas de inmediato, tornándolas negras. Ahora sabía que había más ranas de las
que sospechó, pero reconocía que era imposible cogerlas. Comprendió entonces el
dicho: “Si enturbian las aguas, son políticos o son ranas”.
21 de enero de 2013
Serafín
Y así caminaban los dos,
disfrutando de un diálogo pausado que, en la ciudad, era ya difícil mantener
pues, como todo el mundo sabe, los ciudadanos andan de continuo irritados con
los políticos, asustados por la crisis, desorientados por los jueces, entontecidos
por los periodistas, empobrecidos por el paro, estresados por los horarios,
acojonados por el tráfico y, en cierto modo, mentalmente capados, o
incapacitados, para otra cosa que no fuera quejarse en privado, seguir la liga
o navegar por Internet. Él era afortunado: tenía un amigo que, sobre darle
conversación, le convidaba a calamares y cerveza. Ya más, imposible.
Diógenes
Cuando se entregó a la renuncia,
que no a la pobreza, aunque reconocía que la segunda solía acompañar a la
primera, no imaginaba la cantidad de personas que iba a conocer en un estado de
necesidad parecido al suyo. Mas, parecido sólo, pues las motivaciones, cuando
existían, eran muy dispares y siempre diferentes a la propia. Sin embargo, en
honor a la verdad, la inmensa mayoría de aquellas personas le decepcionó.
Habían llegado a aquel estado por las circunstancias, los imponderables, la
mala suerte, el delito, la poca cabeza… y no abundaban, ni mucho menos, casos
vocacionales como el suyo.
19 de enero de 2013
No me consta
Hijo, guárdate de la persona
justa que llevas dentro. Ya sé que el corazón se resiente ante la podredumbre y
la mente se fatiga ante la necedad. Piensa en cuanto sucede, entérate, pero, al
justiciero, siléncialo so pena de enloquecer. Date cuenta de que ignorar la
evidencia resulta más creíble que negarla y que cualquiera, viéndose acosado, alegaría
ignorancia de respirar aire. Quien ignora no niega. Y considera cuánto más
aplicable será esto a los que viven bajo el peso de enormes responsabilidades.
Te pondré un ejemplo, hijo, verás qué fácil es:
-¿Es usted hombre nacido de
mujer?
- No me consta.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)