Aletean las ideas en el aire de
nuestro tiempo breve, recorren gozosas el pequeño espacio que inunda cada vida
y lo desbordan con el gozo inesperado e inconmensurable del hallazgo de
tremendas certezas diminutas. Y nacen, crecen y mueren, asfixiadas, con la
fragilidad de pajarillos. Porque las pocas convicciones son siempre simples y
amorosas, y bullen indefensas enamoradas de sí mismas. Y porque la dificultad
de trasmitir lo simple enmudece gargantas y, a quienes osan intentarlo, se les
sonríe condescendientemente, cordialmente se les consuela por su incuestionable
desvarío. No existen, pero son asumidos. La soledad es su condena. Por pensar.
20 de abril de 2013
29 de marzo de 2013
El rehén
El caminante postra su mente ante
el templo vivo que de vez en cuando le altera los sentidos, le paraliza toda
urgencia y, contra su voluntad, le urge a quedarse. Titubea. Pero, al final,
cada uno es presa irrenunciable de sí mismo, de esta vida que nos hemos
fraguado, y, queriendo no irse, al alejarse, el caminante se siente un mero
rehén, un ser indigno, un colgado de una vida fugaz y desnortada, amiga de lo
insignificante.
Inmolados y olvidados
(Inmolar.- Sacrificarse por un ideal o por el bien de otros.)
Todos los que fueron inmolados
tuvieron, tienen y tendrán un peso plúmbeo, negro y repugnante sobre la
conciencia particular y colectiva. Porque todos somos seres humanos y porque
morir es ley pero no hay ley para matar.
El olvido es la ley del tiempo,
sin embargo no hay ley para olvidar. Existen numerosos monolitos que, por azar,
uno encuentra. Sin embargo, podría haber muchos más que uno no encontrará
jamás. Todos rememorarían a personas que fueron desdichadamente iguales a la
hora de morir pero, para algunos, ni siquiera está permitido el recuerdo. Hay
quien lo teme. Aún, tantos años después.
Arrui
Para el caminante perseverante y
discreto, que no sabe lo que busca en los montes pero al que suele maravillar lo
que encuentra, siempre es fascinante la serena presencia del animal salvaje.
El caminante se pregunta si no
encontró un congénere, otro ser que ansía vivir sin ser notado. Pero como el
ser humano se nutre de recuerdos y goza imaginando paraísos, no se resigna a no
robar, con el ojo impune, negro e inofensivo de la cámara, la imagen
desconfiada y esquiva del arrui. Y, en un instante, se queda con un pellizco
vivo de la sierra.
12 de marzo de 2013
Carnaval
Me llama la llamada del oropel
vacío. Tapadera firme y fugaz, como la música estruendosa, para cuanto pueda
ocultar una pequeña locura transitoria. Me llama la llamada del tul, del celofán,
del color y las formas, del papel y de la pedrería, de la inusual alegría obligatoria,
del desfile, del exhibicionismo ocasional que embadurna de caricias el ego, que
envuelve cuerpo y alma en papel de caramelo, que alumbra espejismos de Alicia
en su país para olvidar las desdichas del nuestro. Un año más pasó el carnaval
haciéndonos felices como a niños. ¡Viva el carnaval! Ahora, seguiremos con la
farsa.
Viviendo con sonrojo
Buda no pide. Rubio, su perro, le
acompaña siempre. Viven en la playa.
Hoy un concejal le ha mandado
sentarse bajo el parasol de una terraza.
-Una cerveza para Buda.
-Yo solo habla polaco.
-Sin problemas. Yo hablaré.
El concejal se engola ante la
televisión local:
“Es una historia de amor. Buda y
el Rubio son inseparables. No quiere irse a un albergue porque le separan de su
perro. Este ayuntamiento le proporciona jaula y atención veterinaria para que
ambos puedan trasladarse al albergue de la capital.”
Y, con esta caridad televisada,
Bodo y el Rubio desaparecieron de la turística playa. ¡Viva España!
En un mundo pervertido
No sé su nombre. El viejo está
sentado en una banqueta plegable a la salida de un supermercado. Solía tocar el
acordeón.
-Señor, ayúdame.
Él me conoce. Miro y veo su
acordeón junto a él, apoyado en la acera, con un letrero que dice: “Se vende”.
-La policía no me deja tocar.
Algo se me remueve por dentro. La
ira es un sentimiento que se me queda corto. La policía, tremendamente efectiva
protegiéndonos del hambre inofensiva y onerosa del músico rumano, es incapaz de
atajar las rapiñas descaradas e infames de los poderosos. Vivimos en un mundo
pervertido. Doy fe.
11 de marzo de 2013
Abel Paz
Abel Paz eligió el nombre del
primer hombre bueno asesinado y un apellido tan conciso, preciso y armonioso
como amplia, general y bastardeada es la idea que contiene. Él podía hacerlo
porque era anarquista y pensaba que la Humanidad no necesita gobiernos, jerarquías,
autoridades, policías ni ejércitos, y las personas, enclavadas en la Naturaleza,
no necesitan ninguna de esas entidades para estar, como los otros seres, en
comunión con ella. A la vista del desastre de nuestro sistema de vida, me
pregunto si Abel Paz no tenía razón. Llevamos demasiados siglos encomendando
nuestras vidas a los clanes de Caín Guerra.
Frente al mar
Frente al mar quieto de mercurio
azul el corazón se para. La deslumbrante llamada del miedo anega las entrañas.
La calma tentadora te adormece y te alivia con la fuerza inesperada de una
droga antigua, desconocida u olvidada. La voz interior calla, engatusada, para
escuchar el silencio de terciopelo luminoso. El espíritu se imanta y, aquietado,
pierde el pulso, olvida el tiempo, y se bifurca entre el ahogo sobrecogedor y la
ternura de un seno que rebosa esperanza. La memoria se vacía de recuerdos y,
por unos momentos, no eres joven ni viejo. No eres nada ni nadie.
Perdido en un rincón de embrujo
Zlatan cena de prestado las tapas que graciosamente le pone
el tabernero amigo. Habla solo y, alternativamente, con los parroquianos.
Desgrana, en su ritual, una cerveza tras otra. La nebulosa torturante de lo que
vio, de lo que hizo, le acompaña.
-
¿Volverás a tu país?
-
Allí no existo. Como de tantos, no hay memoria de mí en
ningún registro.
-
Pero, ¿tu familia?
-
A mi padre lo mataron, madre murió. Es todo.
-
Pero, ¿tu casa?
-
Es de otros.
-
¿De dónde eres?
-
De Mostar.
-
Allí los españoles reconstruyeron el puente viejo.
-
Sí, lo dejaron aún más antiguo de lo que era.
2 de febrero de 2013
De caza
Laderas, barbechos, rastrojos,
siembras, olivares, viñas, aliagares, retamares, espinos, zarzamoras, bancales,
aguazales, pobedas y jarales, todo lo va moliendo en su tic-tac el perseverante
paso de las botas. Los ojos devoran las distancias, pero los pies tienen que
coserlas con miles de puntadas diminutas, juntitas, tranquilas en el llano, relajadas
en las bajadas, apretadas y fatigosas en las tremendas cuestas que agotan el
motor de los pulmones y tensan de dolor las cuerdas de las piernas. Canta la
perdiz en lo más alto y se deja caer ladera abajo para que sortees, si es que
puedes, un nuevo barranco.
La noche
Tirita el uniforme negro de la
noche con sus topos lejanos de luces engañosas. Dos sonidos en la negrura
esférica: el golpeteo acolchado de la lluvia en la tierra y el aliento silbador
del viento que lo enmaraña todo. El niño tiene miedo, se tapa la cabeza y,
dentro de la cama, inventa otra oscuridad caliente que le ampara. Y, despacito,
se zambulle en la burbuja acorazada del sueño. Ignora así ese tiempo, inmenso
para él, que sólo se borra cuando la luz lo desbarata, porque la noche es para
brujas y lobos, y algunas almas que no encuentran acomodo.
29 de enero de 2013
Onanismo
Deslumbrado por lo inefable,
tanto le palpitaban interiormente las ideas que le sobrecogían como las
oberturas de algunas sinfonías. Abrumado, se preguntaba si había para tanto o
si valía la pena aquel alivio, aquellas tormentas absurdas con vocación de escritura.
Pero, casi siempre, le terminaba venciendo la tentación de sentir las palabras
rebotando en el aire, buscando su destino, para, finalmente, verlas apresadas
en frases, brutalmente inmovilizadas y prendidas a un significado; y, sobre
todo, le podía el placer de sentirlas emerger, todas juntas, con la prisa
incontrolada de un espasmo, de su cabeza insomne, como una eyaculación
fecundadora del vacío.
Equilibrio
Caminar hasta el ocaso daba
tiempo para incesantes conjeturas, todas poco probables, el último día de la
temporada. El campo le esperaba como un mar quieto de orografía invertida. Y,
mirando al horizonte, se sentía atemorizado e impotente ante aquel reto
voluntario. Tenía que equilibrar sus mermadas fuerzas con una sobredosis de
paciencia, la velocidad con la precisión, la ambición con la perseverancia y el
método. Sustituir el ansia por la presa por el arte de sorprenderla, la
vehemencia por la sensatez… Meditando sobre estos pensamientos comprendió, a
sus años, que la caza era una vieja y olvidada actividad educativa.
26 de enero de 2013
No te ciegues
Recapacita, Manolo, no te ciegues. ¿No ves que el gobierno
decía unas cosas y hace otras?, ¿no comprendes que te engatusó la banca?, ¿no
notas que la justicia te torea?, ¿no observas al politiquerío pedir decencia a
los demás? No te abrumo más, Manolo, pero todo el mundo te engaña. ¿Qué tiene de
particular que te engañe tu mujer? Perdónala, hombre, no ves que ella,
arrepentida, al menos te lo ha dicho. Si no te revuelves contra tanto
desaprensivo, no vayas a pagarlo ahora con ella que, al fin y al cabo, tenéis
una relación, un cariño y un algo.
Nada
A las tristezas que me pudren,
a las alegrías olvidadas,
a los amores que oxida el recuerdo,
a los fuegos fatuos de la edad dorada.
A todos ellos les dedico
el amargo mirar de mi mirada,
el ácido sentir de mi tristeza,
el bostezo salado del olvido
y el dulce sabor a nada de la nada.
23 de enero de 2013
La ilusión recurrente
A veces imaginaba que la
demoledora corrupción tendría finalmente un efecto extraordinario: unir a la
gente de izquierdas y derechas, borrar, en definitiva, las señales del pasado
que perduraban desde la Guerra Civil. La corrupción, paradójicamente, podría
amalgamar a la gente frente al enemigo común, en lugar de mantenerla enfrentada.
Pero eran ilusiones pasajeras, porque los dos grandes partidos, incesantes
generadores de corruptelas, basaban su existencia en un pugilato de denuncias
mutuas que arrastraban fidelidades y aseguraban su alternancia ora como regeneradores,
ora como disolutos. Y mantenían dividido al país repartiéndose el poder como
dos castas que se necesitaban recíprocamente.
22 de enero de 2013
Charco de ranas
Cuando oyó cantar a la rana pensó
que la cogería. Pero, apenas se movió, aquélla saltó a la charca. Sin moverse,
se fijó en las ondas de su zambullida. Esperó un rato y creyó vislumbrarla en
el fondo fangoso. Aún podría cogerla. Pero, al aproximarse a la charca, un ciento
de ranas saltaron a ella. Los chapoteos e impactos en el cieno oscurecieron las
aguas de inmediato, tornándolas negras. Ahora sabía que había más ranas de las
que sospechó, pero reconocía que era imposible cogerlas. Comprendió entonces el
dicho: “Si enturbian las aguas, son políticos o son ranas”.
21 de enero de 2013
Serafín
Y así caminaban los dos,
disfrutando de un diálogo pausado que, en la ciudad, era ya difícil mantener
pues, como todo el mundo sabe, los ciudadanos andan de continuo irritados con
los políticos, asustados por la crisis, desorientados por los jueces, entontecidos
por los periodistas, empobrecidos por el paro, estresados por los horarios,
acojonados por el tráfico y, en cierto modo, mentalmente capados, o
incapacitados, para otra cosa que no fuera quejarse en privado, seguir la liga
o navegar por Internet. Él era afortunado: tenía un amigo que, sobre darle
conversación, le convidaba a calamares y cerveza. Ya más, imposible.
Diógenes
Cuando se entregó a la renuncia,
que no a la pobreza, aunque reconocía que la segunda solía acompañar a la
primera, no imaginaba la cantidad de personas que iba a conocer en un estado de
necesidad parecido al suyo. Mas, parecido sólo, pues las motivaciones, cuando
existían, eran muy dispares y siempre diferentes a la propia. Sin embargo, en
honor a la verdad, la inmensa mayoría de aquellas personas le decepcionó.
Habían llegado a aquel estado por las circunstancias, los imponderables, la
mala suerte, el delito, la poca cabeza… y no abundaban, ni mucho menos, casos
vocacionales como el suyo.
19 de enero de 2013
No me consta
Hijo, guárdate de la persona
justa que llevas dentro. Ya sé que el corazón se resiente ante la podredumbre y
la mente se fatiga ante la necedad. Piensa en cuanto sucede, entérate, pero, al
justiciero, siléncialo so pena de enloquecer. Date cuenta de que ignorar la
evidencia resulta más creíble que negarla y que cualquiera, viéndose acosado, alegaría
ignorancia de respirar aire. Quien ignora no niega. Y considera cuánto más
aplicable será esto a los que viven bajo el peso de enormes responsabilidades.
Te pondré un ejemplo, hijo, verás qué fácil es:
-¿Es usted hombre nacido de
mujer?
- No me consta.
29 de diciembre de 2012
La juventud
La juventud vuela airosa y sin
rumbo, como vuelan al viento los cabellos brillantes de las melenas densas,
espesas, lustrosas y apretadas, de las adolescentes despeinadas. Mi juventud,
eterna como todas, no entendía de años, cuánto menos de días. La medida del
tiempo era inconmensurable, como lo era el recuento de los cabellos que
poblaban aquellas marañas de filamentos incontables, de innumerables queratinas
de luz azabachada que retaban, insolentes, al sol de primavera. Mi juventud fue
la era privilegiada de un tiempo inamovible, de un periodo, en el que yo no había
comprendido aún que el tiempo, simplemente, siempre pasa.
Amigo
No me llames amigo. Amigo es palabra
de juventud, de personas que compartieron idéntico camino. La madurez nos lleva
a posiciones diferentes. Sí, a veces, a lugares muy parecidos, pero nunca al
mismo. Y, finalmente, sólo somos fieles a nosotros mismos. Y, aun eso, no
siempre se consigue.
Amigo es palabra para un tiempo limitado
de total convergencia. Pero, inevitablemente, la experiencia de cada cual
termina creando divergencias. Y ésas siempre separan. La palabra amigo, a
cierta edad, es una palabra cariñosa que, expresada siempre con afecto, se refiere
a un pasado que desearíamos perdurable, al menos, parcialmente.
Perdices de diciembre
Las perdices de finales de
diciembre son robustas, macizas y, sorprendidas en su dormidero, tienen, muchas
veces, el lomo, amarronado y redondo, cubierto de escarcha. Son perdices
fogueadas, musculosas, encueradas de piel y espesas de plumaje, expertas en sigilos,
duchas en camuflajes, taimadas en saltos inesperados y largos, inusualmente
veloces en arranques orientados siempre al viento favorable. Son incansables andarinas,
sagaces en la dirección larga y esquiva de sus vuelos, e incluso, plomeadas y
caídas, evitan al cazador con un apeonar veloz o amonándose donde menos se
piensa. Y, para cobrarlas, se anhela al perro que uno menospreció para
volarlas.
27 de diciembre de 2012
Volver
La Navidad del viejo es una luz
artificiosa del invierno con la que, cada año, nos empeñamos en iluminar recuerdos empañados, más soñados que ciertos, suavemente distorsionados en
aquella claridad que la niebla del tiempo tornó opaca. Y nievan a la fuerza, en
cada ocaso de diciembre, los copos blandos de la añoranza, como si las cabezas los
necesitaran más cuanto más canas, y abrazamos la idea, perenne y senil, de que
la vida era entonces mejor que lo es ahora ésta que se nos consume. Y en los
días del frío, lobos auguradores de la marcha, soñamos con volver.
15 de diciembre de 2012
Dije
A mi vecina, la fregona, le han
robado. Han entrado en la casa y le han quitado la pulsera de oro con los dijes
que le regaló el marido del que ahora anda separada.
Qué disgusto tiene la mujer.
Aquel brazalete era el recuerdo de su vida.
Los del seguro le han pedido la
factura. Pero cómo se factura la juventud, la inocencia, el recuerdo de los
días felices, el amor que trajo a los cinco hijos, el anhelo de la vida, la
existencia.
-
¿Ustedes tienen llave? – dijo el policía.
-
Sí, pero nosotros no hemos sido -dije.
-
Eso dicen todos.
Bloqueo
No me toques, que no estoy para
bromas. Que tengo roto el listón del deseo y arqueado el de la bronca. No me
hables ni me preguntes qué me pasa, que las explicaciones serían tantas que
todas, a la vez, se amontonan y no salen. No me interrogues con esa mirada que
dice si estoy triste, porque hasta esa callada inquisición me descontrola.
Déjame solo, por favor, aunque estés a mi lado. Porque tu compañía,
incondicional, me sabe dulce, pero mis pensamientos son tan amargos que
estriñen mi conciencia e impiden que descargue, racionalmente, lo más obtuso de
mi confusión.
12 de diciembre de 2012
La ciencia pequeña
Si te gusta el frío, madruga,
camina encarado al zarzagán, pisa los senderos escarchados, afronta la
cellisca, llora por la cencellada, deslúmbrate cegado por la nieve, rompe el
hielo de las fuentes, admira los carámbanos colgados de las tejas.
Si no te gusta el frío, utiliza
gorro y pelliza, tápate la boca y las orejas, enguántate las manos, forra de
peales tus pies, enciende el fuego, come chorizo con pan y bebe vino.
Pero, en ambos casos, te
recomiendo que hagas todo lo anterior, porque la ciencia pequeña de la vida puede
que sea sacarle tibio calor incluso al frío.
11 de diciembre de 2012
Algunas madrugadas
(Foto de José Luis Peña)
No descansa la vista de mirar,
que no se cansa. Ni la luz se cansa de lucir, que no descansa. A la vista y la
luz, que son buenas hermanas, las recoge en el campo la noche cegadora que
viene a ellas despacio, a sus espacios, y les pone, a veces, un edredón de
nubes gruesas para que se duerman; pero otras, las deja destapadas y las
estrellas del invierno, que son puntas de diamante y de escarcha, se les
vuelven punzones sacándoles escalofríos de lágrimas heladas. Y en esas
madrugadas, vista y luz despiertan siempre juntas, ateridas y abrazadas.Sin tiempo
El monte, de lejos, es pardo. Lomos de lobo sus laderas. En las solanas, empinadas, crecen marojos tan juntos
que deben sortearse de costado. Los brezos y las jaras forman lagunas verdosas
afincadas sobre cuatro dedos ocres de hojarasca. De vez en cuando, un macizo de
biércoles o de ardeviejas blinda un claro. Las umbrías conservan todo el día la
escarcha como la cara áspera de un viejo que, tras enjabonarse, se quedó
dormido y olvidó pasarse la navaja. Sin romper el silencio transparente, una
becada remonta entre la fusca cortando con su vuelo de seda, medio segundo, la quietud.
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