5 de marzo de 2011

Sin certeza

No sé si las personas hacemos cosas y después buscamos las razones por las que las hicimos o, por el contrario, tenemos de antemano razones para hacerlas. A la vista del funcionamiento del mundo, no estoy seguro. Por ejemplo, cuanto hoy se fabrica está hecho para no durar. ¿Es un propósito premeditado o una casualidad que después intentamos explicar? ¿Es un deseo de lucro rápido que lleva inherente la degradación del planeta o es el único proyecto viable que se nos ocurre para mantener una economía que permita la vida, en relativa paz, a los moradores de la superpoblada Tierra?

Sí, pero no

Hemos de comprar coches pero debemos ahorrar en gasolina. Dicen que el consumo es el motor de la economía pero, a la vez, predican ahorro. Y uno, desconcertado, no sabe en qué debe gastar y en qué conviene ahorrar. El proceso de verse con dinero, antes gastable libremente, se convierte en una difícil disyuntiva, en un ejercicio, como dicen ahora, de responsabilidad: ¿Gastaré en lo correcto o me empeñaré en ahorrar en lo que no debo? Y uno empieza a barruntarse si todas esas libertades, con las que tanta política se ha hecho, no nos las estarán comiendo a cachitos.

2 de marzo de 2011

Crema americana

Nunca supe con certeza cómo se hacía la crema americana. Era uno de aquellos postres de postguerra. De cuando aún, el adjetivo americano, elevaba a otro plano las cosas corrientes, también las que comíamos, y hacía del modesto alimento fantasía. La crema americana fue, seguramente, uno de aquellos dulces que llenó con su nombre la parte más vacía de nosotros. Era barato, porque las palabras, entonces y ahora, son, de momento, gratuitas. Me quedo, una vez más, sólo con aquel nombre y el recuerdo. La reina de la crema americana, como otras reinas familiares, se ha marchado del todo.

26 de febrero de 2011

Pongámonos en valor, please

-Papá, ¿qué es la biodiversidad?
-Los bichos y las plantas.
-¿Y la riqueza hídrica?
-El agua.
-¿Y la gastronomía?
-Los huevos fritos con migas que nos hemos comido.
-¿Y el patrimonio histórico?
-El castillo del pueblo.
-¿Y el acervo cultural?
-La fiesta que celebraban.
-Y, quién es la enología.
-No es una persona, se referían al vino.
-Y el ambiente rural.
-El pueblo donde hemos estado.
-Y por qué hablan tan raro.
-Porque les parece que así las cosas son más importantes.
-¿Cómo cuando tú dices que trabajas en seguridad y mamá en logística?
-Muy bien, hijo. Lo has pillado.

Dios es grande

Dicen que, dentro de diez años, los chinos sustituirán a los americanos de los Estados Unidos de América del Norte como primera potencia mundial. Y, para mí, que siempre fui idealista y crédulo, la noticia ha supuesto una alegría. Finalmente he visto cumplirse un anhelo. Algo en lo que puse un gran empeño. Y no lo digo, como algunos malpensados pudieran suponer, por ver desbancado al coloso americano, ¡Dios me libre! Lo digo porque los de mi generación fuimos unos adelantados, unos pioneros, unos visionarios de este futurible, cuando salíamos voluntariamente, en nuestros tiempos escolares, a pedir para los chinitos.

16 de febrero de 2011

Cadencias imprevistas

Me gusta imaginar al escritor como emboscado. Silencioso, oculto y a la espera, observando la vida desde algún costado. Esperando no sólo el momento ajeno, que surge inesperadamente, sino también el propio, que brota al compás caprichoso que rige la fantasiosa voluntad. Mientras ocurren ambas cosas, pues no suelen ir de habitual coordinadas, pasa el tiempo y, en ese sustrato de la memoria que con tanto mimo atesora el narrador, se van aposentando las historias y, éstas, cuando llega su tiempo, afloran a la superficie del papel como les pasa a los ahogados cuando los gases internos les reflotan.

14 de febrero de 2011

Como el pez en el garlito

La idea política de cualquier ciudadano, visto el asunto de modo absoluto, sólo es interpretable en forma de voto. Pocas personas tienen medios para proponer, y ninguna para elegir, algo distinto de lo que hay. Y nos movemos, al menos algunos, entre la abstención y el miedo a nuestro propio voto. Miedo a lo que hay, que roza la inoperancia y el desastre, y miedo a lo que puede haber, si cabe, más incierto y oculto. Y así, topamos con los límites de nuestra democracia. Y nuestra fe, en que pueda existir algo mejor, se tambalea ante este horizonte inamovible.

12 de febrero de 2011

Conversaciones inacabadas

-¿Cómo llevas la física atómica?
-La atómica no, la nuclear.
-¡Qué confusión tan injustificable!
-Aunque los nombres parezcan similares, son distintas. Y, si entramos en la física de partículas, ni te cuento.
-¿Y también hay física molecular?
-Bueno, eso ya es otro mundo.
-Y yo que relacionaba la física con las matemáticas.
-Sí, pero eso es la física teórica y la de la materia condensada, siendo ésta última la que a más físicos reúne, bien en sólidos, líquidos o superfluidos.
-¡Ondiá!
-Y luego tenemos la astrofísica, la biofísica y…
-Vale, vale. Ya, si eso, hablamos otro día con calma.

Ahora

Pasó la vida anhelando. Todos sus deseos se conjugaban en futuro. ¿Cuándo acabaré los estudios?, ¿cuándo seré independiente?, ¿cuándo conoceré a alguien?, ¿cuándo tendré trabajo?, ¿cuándo casa?, ¿cuándo un hijo?... Y siempre pensó que aquellas metas le sacarían del marjal de su vida. Pero ni los logros ni el futuro se agotaban. Y así, en una inane sucesión. Un día, al envejecer, se hizo persona del presente. Fue repentino: una revelación nítida y exacta. Como si un golpe de zarzagán helado la hubiese sorprendido. El calcetín del pensamiento y de la vida se le dio la vuelta: allí estaba ella.

5 de febrero de 2011

Autoestima

No se quería. Por eso era tan amable. Sus atenciones eran un reclamo; su seguridad, una engañifa. Un modo de pedir que los demás asfixiaran, acercándose, al fantasma agobiante de su terca difidencia interna.
Con el tiempo, se enteró de que, a eso, lo llamaban autoestima baja. Dos palabras para decir desconfianza guapamente. Para definir la identidad propia como extraña. Y, ¿cómo no había de serlo la mismidad que, generalmente, defrauda?
Y se dio cuenta de que escribir era una manera sobada de improperio, de, sin confesarlo, decir taimadamente lo que no se quiere. De, liberándose, ser un egoísta cultivado.

Neolector

No sé. Dicen que, formal, me da por la rectitud y escribo malamente. Da igual. Al final, ¿dónde van las letras de mis tres pensamientos, de los dos que callo y del que escribo?
Así que, últimamente, leo más. Si, por leer, se puede decir que leo algo. Porque, sinceramente, fui siempre soberbio: pocas cosas leí que me gustaran, excepto de pequeño. Y entonces, seguramente, por la novedad. Por esa que, para el niño, es la maravilla escrita recién vocalizada.
Pronunciar sílabas, de cuadernillos o de rótulos, mientras te chocabas, absorto en tu emoción, con las farolas y con todo.

28 de enero de 2011

Regocijo en el Gobierno

Tras quince años en la construcción está en el paro. Está pagando un piso, un coche y se casó. Tiene dos hijos. Su vivienda, a la venta, no le da para rescindir la hipoteca. Y, aunque le diera, ¿dónde viviría?
Su amigo de la infancia estudió. En esos años acabó dos carreras. Tampoco tiene trabajo. Vive con sus padres.
Gobierno, empresarios y sindicatos acuerdan la edad de jubilación a los 67, y suben los años de cotización. La oposición dice que estamos en el buen camino.
Todos se felicitan, pero los parados no saben por qué. Ni yo tampoco.

Fumar es un placer

La muchacha joven y dicharachera de Philips Morris se dirige al hombre que entra en el estanco:
- ¿Fuma usted?
- No, vengo a comprarle tabaco a mi mujer.
- ¿Y cómo no le dice que se lo compre ella?
- Por prudencia.
- Pues a las mujeres hay que darnos un toque de vez en cuando.
- Los imprescindibles y con humildad.
- ¡Anda, qué señor tan educado! ¿Y qué fuma?
- Fortuna.
- ¿Y no querrá probar el Philips Morris?
- No, los que fuman Fortuna son muy fieles.
- ¿No me diga?
- A la marca.
- ¡Huy!, si ya le había entendido.
- Pues entonces, se hará usted cargo.

20 de enero de 2011

Mercados

En los mercados se habla, se prueba, se palpa, se porfía, se regatea y se discute. También se trata a las personas, se bromea, se ganan afectos de cliente y, con el tiempo, hasta se hacen amistades. Los tenderos son catedráticos en las distintas ramas de la Alimentación Pura y del Tejido Exacto y, en esta universidad popular, imparten clase cada día sin que la asistencia sea obligatoria o regular, ni las enseñanzas sean regladas o convalidables. Algo humano, atento y casi artesanal que, en teoría, todos admiramos, aunque luego, como gilipollas, nos vayamos a comprar al Corte Inglés.

La seguridad

El gigante está preso. Quería defenderse con murallas y quedó recluido por su recelo. Primero se sintió orgulloso y fuerte, luego distinto y después solo. Pensó en hacer amistad con los pájaros, los únicos que podían alcanzarle, pero su superficie, lisa, moderna e irisada no ofrecía asilo para ellos. Los otros seres no podían acercarse y, tras mirarle curiosos al principio, le dieron la espalda y el mundo funcionó fuera de su recinto. Y el gigante miraba desde dentro, sintiéndose seguro y resguardado, y pensaba lo aburrida que había llegado a ser su vida. Hubiera preferido vivir y tener miedo.

19 de enero de 2011

Hombre invisible

Hace frío y se sienta en un banco de la Plaza Reial. A sus pies unas pertenencias, todas las que tiene, que está harto de acarrear. Ni sentado se le relaja la cara, si acaso, se le pone más triste.
Es primera hora de la mañana y la gente pasa ligera a sus trabajos. Los turistas aún no se han levantado. Los bares abren sus puertas y los primeros clientes toman café. Los repartidores invaden con sus furgonetas lo vedado al tráfico normal. Al hombre no le mira nadie. Es invisible. ¿Qué pensará el hombre invisible de la vida?

Bocacalles

¿Cuándo pasaría el último carro por estos callejones? Son tan angostos que, para evitar conflictos, el sentido de cada bocacalle había de estar señalizado. Con su estrechez y la altura de los viejos caserones, algunos de más de siete plantas, recuerdan la aglomeración de las ciudades medievales creciendo hacia arriba entre murallas. Luego, con los ensanches, fue un milagro que estas históricas barriadas no se derribaran junto a las antiguas defensas, puertas y torreones. Imagino que estos supervivientes gozarán ya de un indulto indefinido. La codicia no puede llevarse por delante algo tan entrañable. Al menos, eso quiero creerme.

17 de enero de 2011

Recovecos

Vivíamos cogidos de la mano, temerosos de que algo inesperado nos quebrase. Vivíamos en la felicidad miedosa de una vida casual, inmerecida e incierta, como todas. Y, por falta de datos o porque los que teníamos eran suficientes, nos pareció que cualquier otra cosa nunca podría ser mejor. Así han pasado los años, queriendo que el tiempo no nos localice, imaginando tejer un camuflaje tan discreto que nos preservaba de su vista, ocupando esas pardas cuevecitas de piedra que hacían los pastores y que, por abandonadas, olvidadas y perdidas, ni constan en el censo, ni pagan alquiler.

Sin consuelo

Cuando el tiempo me acude, últimamente le llamo mentiroso. Y quiero negarle la existencia, cuando la suya es el lecho donde yacen todas las demás. Y así recorro anhelante los paisajes que son la cáscara vacía de lo que hubo, de quienes los poblaron, de todos los que me hicieron compañía y que hoy, inesperadamente, desertaron de sus querencias habituales. Y, aunque me empeñe en encontrarlos, no aparecen. Echándoles de menos, sigo adelante ansioso, como si alguno, inesperadamente, pudiera presentarse. Pero el tiempo les ha vuelto invisibles y, aunque estén, ninguno me quiere dar la cara y consolarme un poco.

Decadencia de la libertad

Ni en los países que se llaman libres, ni en los otros, existe libertad para quienes no saben lo que es. La libertad se vende como una mercancía más, que se adjunta en el lote que ofrecen los partidos. Libertad de qué. Utilizando sin cesar esta palabra hemos terminado por desvirtuarla, por hacer que su significado se vuelva una investigación de lo que pueda ser. A la decadencia que este mundo de diseño nos ofrece le acompaña la palabra libertad, y esta sobreabundancia de individualismo supuestamente original, que a todos nos iguala en idiotez, nos hacer creer que la tenemos.

14 de enero de 2011

Barcelona, la emoción

Después de escribir sobre el Raval, no le quedan a uno ganas de escribir sobre Barcelona.
¿Qué podría decir? Que es una ciudad deslumbrante, cosmopolita, vieja y, a la vez, renovada, una ciudad que ha sabido conservar sus barrios… Mil tópicos más podrían decirse sobre ella. Pero, para eso, ya hay abundantes crónicas locales, municipales, del Wikipedia o de otros propagadores de sus maravillas ciertas. Simplemente, mi idea de la ciudad es que, si no es la más bonita de España, es la que más me ha cautivado. Mi alma mesetaria se quedó, incansable y emocionada, vagando por Barcelona.

12 de enero de 2011

El Banco de Satán

En el Paseo de Gracia dos hombres con pancartas están plantados delante de una sucursal del Banco de Santander. Desentonan, un viejo en silla de ruedas y un joven disertando por un micrófono, entre el trasiego de los viandantes y de los turistas a visitar las casas más artísticas de Barcelona o a comprar en los templos más selectos de la moda y el diseño. Sin embargo, ahí está ese dúo surrealista predicando, en el desierto de la multitud satisfecha, sobre este capitalismo que se devora a sí mismo y que cínicamente nos gobierna escondido bajo cualquier tipo de siglas.

9 de enero de 2011

La ilusión de los colores

Hay cosas que parecen inalterables. Lo parecen, al menos, para espíritus tan simples como el mío. Los colores, por ejemplo. Nos acostumbramos y nos parecen cosa hecha. Y de los colores podríamos pasar a otros asuntos. Hasta parece que el sistema económico, por caótico que sea, ha de ser uno. Seguir el modelo sin discusión se ha hecho axioma. Pero, inesperadamente, uno, en su tristeza mental, vislumbra luces sorprendentes y comprende que las cosas no tienen por qué ser indefinidamente como son. Hay pequeños símbolos que nos sorprenden hasta a los analfabetos del fútbol. Ilusos que somos. Sólo son colores.

8 de enero de 2011

Viajando en el viaje

Siempre me han sorprendido las personas que piden ventanilla en los aviones para ir dormidas con la cortinilla bajada. Tal vez su experiencia viajera sea tan grande que sólo acierten a expresarla con esa indiferencia.
Igual me sucede en cualquier medio de transporte y, como mi avidez por observar no ha fenecido con los años, viajo con la nariz empañando ventanillas. Soy feliz como un niño viejo ante cualquier paisaje. Y todos esos dormilones me suscitan pena, como si pasaran por la vida perdiéndoselo todo, como si creyeran que el viaje es el punto de destino, y el tiempo indefinido.

20 de diciembre de 2010

Que se mueran los feos

La Navidad me asedia por televisión. Veo mujeres bizqueando tras Banderas, lubrificando ante perfumes y corriéndose comiendo chocolate. El Corte Inglés y Carmen Lomana promoviendo el shopping. Y lo cosy, lo fashion, lo trendy y todo lo más cool se me echa encima. Lo más puntero, lo supersexy, lo más en tendencias, las celebrities, las manadas de Papás Noeles, las grandes marcas, los oh-oh-oh, los I-wish-you-a-merry-Christmas… me avasallan.
Y tengo miedo de que aparezca algún nuevo Hitler que se lie la manta a la cabeza e, incluso, de que el Señor Yavé vuelva de improviso a azufrar las ciudades. Sí.

17 de diciembre de 2010

WikiLeaks: en libertad vigilada

“El muerto salió con los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: "Desátenlo para que pueda caminar.” (San Juan, 11,44)

Igual que se cuenta en la resurrección de Lázaro, nacemos. Somos criaturas que fueron engendradas por el ánimo de delegar una perpetuidad imposible. Vinimos ciegos y atados de pies y manos. Y, caminar, caminamos pronto, pero es más difícil que lleguemos a ver y, más aún, que alguna vez nos sintamos libres.
¡Cómo me gustaría ver! Y ese deseo, que algunas veces termina por cumplirse, puede aterrorizarnos. Y, cuando nos vemos libres de pies y manos, ¿sabemos acaso a dónde dirigirnos?, ¿sabemos qué hacer?
La libertad, bien documentada, tiene tantos riesgos que impele al hombre a permanecer quieto y obsequioso.

14 de diciembre de 2010

Honradez, sobre todo en el deporte

España es un país donde la ética no sólo resplandece, sino que preside la política, la economía y cualquier actividad con incidencia en la comunidad. Nuestro país es un mal lugar para cualquiera que proyecte una sombra de duda sobre la honradez de su conducta. Aquí no se admite un ápice de incertidumbre sobre el recto proceder de los más altos responsables. Mal sitio han elegido algunos deportistas para intentar corromperse. Jamás habrían podido encontrar una sociedad más intolerante y refractaria al fraude. ¡Manzanas podridas! La impunidad aquí no se conoce. Se han confundido. Lo pagarán. Se siente.

11 de diciembre de 2010

Al husmo de lo intangible

Sabía perfectamente lo que quería contar. Sin embargo, azacanado por trasmitir todo lo que sentía, no diferenciaba lo esencial de lo accesorio. Le salían frases interminables. Párrafos abigarrados que se le atragantaban en las entendedoras al lector. Pero, a él, todo le parecía imprescindible. Y no se daba cuenta de que la narración debe atrapar, que las historias no son explicaciones. El que lee cree lo que lee porque le apasiona, o deja de leerlo. Los incisos exhaustivos no le dan más verosimilitud a un relato. El simbólico agarre procede de la agilidad y de la magia sorprendente del lenguaje.

7 de diciembre de 2010

La garita

Sé que la vieja garita está repleta de anónimos sueños desvelados, de imaginarias, de relevos y de santos y señas. Es un olvidado túmulo encastrado en la esquina de un callejón perdido, a la puerta de un acuartelamiento desahuciado. La base de sus piedras y sus ladrillos carcomidos podrían todavía testificar de levas oxidadas y escalafones acartonados y podridos, de ausencias fantasmales, de recuerdos errantes que, exiliados de las memorias muertas, son esencia de olvido. Pero reúne para mí el capricho de ser una más, entre esas fotos feas que colecciono, antes de que también los lugares se escapen.

Civiles y militares

¿Ha estado bien militarizar a los controladores aéreos? Yo hubiera preferido que hubiesen permanecido civilizados, como se les suponía.
Habitualmente controla nuestras carreteras otro cuerpo militarizado: la Guardia Civil. Y esto no causa estupor colectivo ni se deriva de un Estado de Alerta. Así que no sé si me resulta más extraño que se militarice a los civiles o que no se civilice a los militares. De hecho, la Guardia Civil, se llama civil. Y, en cualquier caso, me pregunto: ¿En lugar de militarizarnos, no sería mejor que nos civilizáramos todos? Aunque fuera despacito. Me han dicho que no duele.