12 de junio de 2009

Fidelización, le dicen

El comprar me descompone. Sé que es una servidumbre. Pero me refiero al momento de pagar. Apenas lo has hecho, pretenden involucrarte, por lo gastado, en un descuento para un juego de maletas o cualquier otra cosa innecesaria. Tú dices que gracias pero no. Entonces te dice la cajera que te entrega una tarjeta donde figura una cantidad de tanto para una compra que debes hacer entre tales fechas. Pero, qué abuso.
- Mire, por favor, cóbreme y no me busque más tareas, que sólo venía a comprar cuatro cosas y me está usted poniendo una de deberes… –le sonreí.
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Los laicos inocentes

De los presuntos políticos corruptos se sabe todo: nombres, relaciones, mansiones, negocios… pero, curiosamente, ni los jueces averiguan sus delitos. Sorprendente, ¿no? Sabemos que es imposible vivir como ellos, pero ellos no habitan esta inopia que es la inocencia. Ellos, muy dignos, tienen estatus de protección y, con indolente guasa, le llaman a su estado presunción de inocencia. Juicios, pruebas, recursos, sobreseimientos, impugnaciones, letrados, asuntos que prescriben, jurisdicciones, plazos agotados…dicen bastante de dicha presunción. Pero si alguno, tonto o advenedizo, pisa prisión, se verá compensado por los programas del corazón. Los inocentes somos nosotros. Y con toda certeza, sin presunción.
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11 de junio de 2009

Perder, perdiendo, perdido


“Men in a war if they’ve lost a limb still feel that limb as they did before…” (Suzanne Vega)

Más que la utilidad que tiene un simple miembro de mi cuerpo, tú eres un molde de mi ser al completo. Como si el tiempo lo hubiera esculpido lentamente, lo mismo que sucede con un fósil. Me pregunto cuál pueda ser la sensación de pérdida que se experimente cuando desaparezcan los únicos ojos en los que siempre te has mirado. Y si ese dolor servirá para tener contigo al ser amado, sintiéndolo como antes de perderlo. En cualquier caso, ese dolor, sin conocerlo, con gusto te lo cedo.
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10 de junio de 2009

Allanando tu tiempo


Son las cuatro de la tarde y uno se ha quedado dormido por el cansancio acumulado. Suena el teléfono. Te despiertas sobresaltado y contestas. Que quieren que utilices no sé qué tarjeta de crédito de no sé qué banco.
- Mire tengo el teléfono para mi servicio, no para que me molesten con ofertas no solicitadas.
- Y yo tengo que ganarme la vida, no es para tanto.
- Pues lo es y gánesela sin molestar a los demás.
Cada cual con su justa razón. Las empresas, como siempre, sin escrúpulos en enfrentarnos. Te meten el hurón en la madriguera. No hay escape.
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First teacher


Janet fue mi primera profesora de inglés. Era una californiana madre de cuatro hijos. Una persona jovial, vital, extrovertida, amante del café y fanática de los dulces. Supo darme mucha confianza pese a lo ininteligible de mis primeros balbuceos en el idioma.
Me contaba que votaba en USA a los demócratas y que a sus niños les inculcaba la igualdad:
- Aunque sean negros, también pueden ser buenos.
Cuando llevaba casi un año con ella, le pedí que me explicara los pronombres relativos. Ella me miró sorprendida y dijo:
- ¿Tú estás seguro de que mi idioma tiene cosas de esas?
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Desencuentro


Los Barbour no esperaban que Mr Sánchez fuese un tipo con jeans, camiseta, zapatillas y un chubasquero, para los aguaceros de Edimburgo, ni que su equipaje cupiese en una bolsa. Sánchez se acercó a Ian Barbour mientras éste, de impecable traje oscuro, miraba a todos los demás recién llegados al aeropuerto excepto a él. Dorothy Barbour, con un traje de raso rosa, también le miró intrigada. Después de los tensos saludos, Sánchez para romper el hielo dijo, señalando el chubasquero:
- How do you say this?
Mr Barbour, mirando la prenda con una ceja altivamente arqueada, dijo secamente:
- A plastic jacket.

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Retreta


Al toque de retreta se pasaba lista. El sargento Poley era un andaluz menudo, delgadito y atildado pero con muy mala leche, que vestía con garbo y donaire chulesco el traje de paraca, como si de siempre éste hubiera hecho juego con su cuerpo rumboso. Según pasaba lista, con su seseo y su gracejo sorbe sílabas, iba diciendo:
- A ve, Salvadó Garsía Pardo
- A ve, Jesú Lope Renale…
Y la compañía esperaba que le llegara el turno al vasco Kepa Urrutikoetxea Laritgoitia porque entonces el sargento, tras rascarse el cogote mirando el papel, invariablemente decía:
- A ve, ese, ¡coño!, er difisi.
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9 de junio de 2009

La felicidad

Es más fácil llevarla dentro que encontrarla. Si se lleva, es siempre sin saber por qué; y si no, por más que se persiga, nos esquiva sin que conozcamos la razón. Cuando me cruzo con la gente no me imagino que, por la expresión de sus caras, lleven idea de buscarla. Es más, estoy seguro de que casi todos la tienen olvidada. Es algo que, como todo, se piensa que aparecerá mañana: cuando acabe los estudios, cuando tenga trabajo, cuando tenga pareja, cuando tenga casa, cuando tenga hijos, cuando me jubile, pero… nunca terminamos de pagar las letras de la felicidad.
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El oidor


Le gustaba escuchar. Recibía confidencias e incluso confesiones que algunos descargaban en él cuando ya no podían soportarlas más o, simplemente, porque intuían que iban a ser comprendidos o consolados. Estaban seguros de su discreción y de que, probablemente, encontraría las palabras lenitivas para su situación, en cambio, le sabían totalmente renuente a establecer vínculos afectivos. Algunos pensaban que, de haber nacido hace cien años, hubiera sido un buen sacerdote; y hoy, un psicólogo o un psiquiatra apreciado. Otros, menos idealistas, pensaban que, tal vez, lo que le ocurría era, sencillamente, que tenía la misma moralidad que un mejillón.
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8 de junio de 2009

Autónomos de la pobreza


Cuando privatizaron todo lo que podía dar dinero, pensaron privatizar lo que no daba. Empezaron por la pobreza y como, ante el concurso, no se ofrecieron empresas para gestionarla, decidieron darle a cada uno la suya y que cada cual la administrase libremente, sin trabas, en plan autogestión. La Consejería de Bienestar Social dio una rueda de prensa para hacer partícipe a la ciudadanía de su decisión. Su proyecto le ahorraría un buen pellizco al contribuyente. Con todo aquello, para cuya administración fueron elegidos, ya privatizado, pusieron el gobierno en manos de una gestoría y se fueron a casa satisfechos.
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Professional support


Me quito de fumar. Seriamente. Estoy yendo a un psicólogo, a yoga, a pilates y, luego, para relajarme, al spa. Y mira, verdaderamente, es durísimo. Fíjate, pese a todo ese apoyo, o sea, teniendo seriamente un professional supporting, hay días que no aguanto y fumo. Y sobrevivo mazo decepcionado, no sé si es que el psicólogo no es bueno o su terapia inadecuada; o el maharishi del yoga es un farsante; o el pilates no es genuino, porque, oye, es que esto mío no es normal. Y, aunque me lo monto en plan hipersupermegasencillote, me está saliendo por un pico.
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El Belcebú


Gaudencio Matamala, alias el Belce, de Belcebú, era un hombre de barra. No es que fuera borracho, ni mucho menos, pero era un hombre al que le gustaba beber acompañado, alternar, tener conversación y sociedad. No era como algunos solitarios que se ponen de copas hasta las trancas en su casa, como si les fuera a faltar tierra donde caerse muertos. No, señor. El Belce, por casa, pisaba poco.
- Pero Belce, ¿es que no quieres a la mujer?
- Han de darte un perrillo y te encariñas. ¡Cómo no vas a encariñarte con la mujer, si llevas con ella media vida!
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7 de junio de 2009

Muy directo


Él acudió muy ilusionado a aquella reunión de compañeros celebrada a los 25 años de la graduación. No fue hasta la sobremesa cuando, animado por el par de copas que se había tomado, procuró hacer un aparte con ella. Fue muy directo:
- ¿Yo, a ti, te gustaba?
- Claro que me gustabas. Me gustabas mucho.
- Entonces, ¿por qué aquella única vez que me armé de valor y te lo dije, me rechazaste?
- Si no hubieses estado tan borde, lanzándote a por mí y empezando por tocarme el culo, todo podría haber sido muy distinto.
- Claro... olvidé ese detalle. Mi juvenil sinceridad.

Muy afinados


Esta mañana doña Esperanza iba a votar. Se ha topado con un grupo de niños de primera comunión con sus papás.
- Pero, qué guapos vais, ¿me dais un beso? Venga, haceos una foto conmigo.
Hecha la foto, una madre ha preguntado muy educadamente:
- Doña Esperanza, ¿podemos cantarle una canción?
- Claro, por supuesto.
El coro de padres y niños ha entonado:
“El patio de mi cole es particular
y en cuanto me descuide lo privatizarás…”
Terminada la canción un periodista le ha preguntado:
- ¿Qué le ha parecido la canción, doña Esperanza?
- Huy, pues muy bien y, además, no han desafinado nada.
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El desequilibrio


Recuerdo que los ayuntamientos gratificaban hace años la caza de alimañas. Un suponer, que te presentabas con diez urracas, 10 reales; que eran cuervos, 15; con cuatro comadrejas, 8 pesetas; dos zorras, 10 duros; una gineta, 30 pesetas; la pareja de tejones, 12 duros; un águila real, 40 pesetas…y así.
La contención de las alimañas parecía, pese a todo, imparable. Hoy, con la fauna local casi desaparecida, no mencionemos al águila, pero pueden multarte simplemente por coger manzanilla, musgo o té de roca. Como si fueran los paisanos y no la industria la que ha acabado con aquel incontrolable criadero.
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6 de junio de 2009

Horóscopo: Mamen y el resto de signos

Ellos esperarán tu lealtad, pero tú te mostrarás siempre más voluble que Eva cuando el asuntillo aquel de la manzana. Porque tú, querida, tiendes a la generosidad carnal, no por lascivia, sino por tu inclinación natural a la entrega, aunque reserves tu alma inconmensurable para cada él. No acompañes tus espontáneas inmolaciones al placer con la sinceridad rastrera propia de las almas zafias, guarda el secreto, que todo quede en ti, que cada uno piense que es el único. Se entregarán a ti con la mayor dedicación creyendo, fatuamente ilusionados, que cada uno tiene la llavecita exclusiva de tu felicidad.
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5 de junio de 2009

Hay motivos para la ilusión

(Ésta, ya es mía)

Tenemos una crisis con planes para salvar bancos, no ciudadanos; una Europa que no ha conseguido fijar una fecha común para unas elecciones, pero esperan que votemos; unos políticos ocupados en corruptelas, campañas, viajes, seguridades, procesos… vamos, a lo suyo; una iglesia debatiendo la pederastia frente el aborto… Hasta Il Cavaliere, a sus años, se nos va de titis. No me digan que, en medio de esta vorágine y esta depresión, la frase fraternal y humana no les enternece, no les conmueve, no les hace remontar del suelo al cielo: “Amiguito del alma, te quiero un güevo…” ¡Uf, menos mal!

Botox

(Tomada del El País, 5-6-09)
¿Cómo podemos extrañarnos de ver aparecer a Berlusconi rodeado de jóvenes muchachas en top less o desnudas o despelotadas en esta Europa del aborto y del condón y de la píldora del día después? Parece un contrasentido. ¿Qué más da que le adoren y las presente a las elecciones y le llamen papi? ¿Es que el buen abuelete Berlusconi no tiene derecho al amor libre? Lo único que reza, nunca mejor dicho, en su contra es que, teóricamente, Il Cavaliere, se opone a todo esto y ora por la moralidad y la familia codo con codo con su Santidad il Papa. Un genio.

4 de junio de 2009

Distintas apreciaciones


Las ventanas del patio estaban abiertas por el bochorno estival. Así que las voces llegaron nítidamente a la vecindad.
- ¿Con que te ibas a estudiar a la casa vacía de tu hermano?
- ¡Qué me dejes en paz, madre!
- ¿Pero no te da vergüenza que os hayan pescado desnudos en la cama?
- Pues por mala suerte, ¡no te digo!
- ¡Pero si es una niña! ¡Qué vergüenza! ¡Si tiene quince años!
- ¿Una niña? ¡Buah!
- ¡Pues, claro que sí, una niña! ¡Desgraciao!
- No te jode, una niña. ¡La tenías tú que haber visto en pelotas!
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Semper fidelis


Él era de una fidelidad tan terca como sólo se espera de las máquinas. La fidelidad no era para él una virtud, sino un comportamiento inmutable, de carácter militar, determinado tan profundamente en su conducta, que caducaría sólo con su desaparición física.
Ella no vivía precisamente entusiasmada por esa fidelidad mostrenca, inanimada, ciega, sorda, anósmica, insensible y, con el tiempo, hasta falta de gusto. Y suponía que la lealtad era más creativa, menos fiable mecánicamente, menos determinada e inflexible, como la cosa que es ya más propia de personas, como la voluntad o el pensamiento o hasta la memoria misma.
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3 de junio de 2009

Cuñas de la misma madera


Aquel iluso joven contaba al viejo, que tenía por amigo, lo difícil que le había sido ennoviarse con una muchacha. Su padre, indignado por los rumores, que maliciosamente le llevaron, de que su niña iba con un hombre, tuvo con ella palabras y hechos. Enterado, quiso hablar con él para tranquilizarle y decirle eso de que iba con buenas intenciones. Se negó a recibirle. Luego, encerraron a la chica. Todo un despropósito… Como el viejo callara, le preguntó qué opinaba. Éste, poniendo ojos de loco, le espetó furioso:
- ¿Pero qué sabrás tú, pedazo de cabrón, lo que es una hija?
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Lhardy


Madrid centro, Carrera de San Jerónimo, puerta de Lhardy. Desde 1839 este famoso restaurante es calificado, por los cronistas atildados, de templo de la cordialidad y del buen gusto. Reyes y reinas lo honraron con su presencia. Sus menús, vinos aparte, oscilan entre los setenta y cien euros. Se hizo famosa la frase:”He visto al rey, entraba en Lhardy.” Al pasar por su puerta un viejo mendigo pide cansinamente con una lata.
Un cliente del templo le endosa la calderilla sobrante. Poco más adelante, en la calle Mayor, oye preguntar:
- ¿Has visto al Sangresucia?
- Sí, últimamente pide en Lhardy.
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Especie


Casi todo lo que hacemos es intrascendente. Me falta osadía para decir que todo. Comienza y se acaba en ello mismo. No va a ninguna parte. Miramos lo que hacen los demás, esperanzados en distraernos un poco. Les descubrimos actuando igual aunque, a veces, de un modo más pintoresco, distraído o curioso.
Intentan convencernos, algunos, de que esto de la vida no es un consumible, sino algo trascendente y de alcances perennes. Poniendo mucho de su parte, algunos lo creen; otros, fingen por si acaso; y, los demás, andamos descreídos por ahí, negados en redondo, como una especie más.
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2 de junio de 2009

Madre intensa


Maldita sea. No tragaba a esa mema de la que su hijo se había enamorado. Sé prudente, le aconsejaban los aconsejadores del tacto. Sí, mentía.
Para qué necesitaba el flamante de su hijo, con ese porte sublime, con esa educación, doblegarse ante olor a calentura que a esa zorrita hipócrita y risueña se le podía leer desde los pies al pelo. Y cómo le encadenaba la mirada y le borraba de la faz el gesto propio.
La mataría a dentelladas y uñetazos. Qué lástima que las madres, las de mi talla al menos, no podamos darles a los hijos hasta eso.
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A de mejor


Bueno, está el barrio como nunca. Esto es ahora un osiris de paz. Antes vivía draumatizada pero, ahora, es algo que no se puede de pedir mejor. La puerta, desde los grafiteros oye, que no nos la han vuelto a pintar, que hay un respeto, que nosotros tampoco borramos la pintada. Los borrachos no potan ya en calle, que tienen sus barriles potaderos y los colgados tampoco se mean en las puertas ni dejan truños en los portales. Y las putas, ercitantes y sesis, como debe ser, pero todas con bragas. Hija, que da gusto de verlas. Antes: la catatombe.
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La pensión Carmencita


La pensión Carmencita, de la calle del Pez, está muy bien situada, ofrece buenos servicios y sólo se paga las semanas con dos lunes, así que no resulta cara. Eso sí, hay que avisar para que el ama lo tenga todo en condiciones y que ella misma se encuentre fuera de servicio médico y liberada de prestaciones geriátricas, así como de otras actividades lúdicas, culturales o recreativas. En tal caso la recepción es esmerada, el trato amable y familiar y nos tiene dicho que, si cobrara, nos haría descuento a los de confianza. Pero no conviene ir sin avisar porque te puedes encontrar con esto solamente.
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La paz


Abro la libreta. Tiene las hojas amarilleadas por el tiempo. Lo primero que pone es una fecha: 7 de julio de 1982.
Leo después, curioso, las anotaciones. Algunas, con el tiempo, perdieron su significado. He olvidado a qué aluden. Pero me descubro durmiendo aquella noche bajo la techumbre de la ermita del cementerio de Tomellosa. ¿Cómo se han pasado tantos años? ¿Me daba igual entonces viajar como un mendigo? ¿Me ha vuelto cauto la edad o son los huesos los que no dan ya más de sí?
Sueño con la paz de los muertos y me duermo, tengo escrito.

1 de junio de 2009

Wang Nan


La niña sabía que era china. Tenía un hermano, hijo natural de sus padres adoptivos. Pero sabía que la querían más a ella, porque a su hermano se lo habían traído a casa pero, a ella, hubieron de ir a buscarla a China. Pero, claro, tampoco le extrañaba que hubieran hecho ese sacrificio porque, la verdad: ella era mucho más guapa que su hermano. Todos se lo decían.
Un día vino del colegio muy nerviosa:
-Fíjate mamá, hoy he visto una niña china. ¡Pero es que además tenía un hermano también chino! y, ¡¡hasta su papá y su mamá eran chinos!!
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El Muelle


Estoy tomando un vermú en una terraza de la calle de la Montera. Me entretengo observando el panorama en plan mirón descarado: hombres anuncio de tiendas de tatuajes, otros de compra de oro, putas a un lado y a otro, clientes, chulos controlando, gente de compras… cuando lo he visto. No podía creerlo, justo encima de un sex shop una firma del Muelle. Pero, coño, si eso es una verdadera reliquia de hace 25 años. Juan Carlos Argüello, el Muelle, grafitero de la movida, prematuramente muerto antes de los treinta. Ha sido como si me encontrara con un amigo. Una sorpresa de nostalgia.
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Sin necesidad


Cuanto me pesa, Manolo, haber ido a verte. Me dijeron que tenías una librería de viejo en la zona de las Cortes, cerca de la calle Huertas y, claro, enseguida acerté a encontrarla. Tenías el acceso electrificado para abrir selectivamente al personal. Me pregunto para qué me abriste. Dentro, intenté ser efusivo, al fin y al cabo, yo creía que habíamos sido amigos hace muchos años. Al cabo de un rato embarazoso en el que intenté hablar contigo, mientras notaba que únicamente te estaba incomodando, me despedí y me fui desilusionado. No necesitabas habérmelo hecho tan evidente. ¡Suerte, humanista!
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