Alguien se ha molestado en rescatar estas viejas inscripciones nimias bajo la cal reciente. Son fedatarias del autor de una obra de mortero, la de letra chica, y del que puso los caudales para hacerla que, seguramente por pagar, se manifestó con letra más amplia. Sin embargo, la placa de mármol del siglo pasado, que dedica la calle, no dice nada de los méritos de su destinatario y, de este modo, los signos manuales, de irregular caligrafía y graciosas rúbricas rizadas, parecen de mucha más justicia y confianza al mencionar a los hombres por sus obras. Como es debido.
3 de febrero de 2012
1 de febrero de 2012
Honrando a San Roque
San Roque peregrino, líbranos de la peste. Por ti lucharemos, en noble lid, en una piscina de chocolate, jugaremos al guiñote, nos templaremos de chupitos y no te faltará una misa baturra, que los de Abenfigo aunamos topónimo árabe con santo cristiano, catalán con castellano, guiñote con rock que, aunque nuestro censo sea de 48 habitantes, nos sobra celo, amén de otras cosas, para celebrarte, santo andarín y curador. Todo en tu honor: ¡Viva y visca San Roque! ¡Y visca y viva el canecillo que, a pan y lametones, tantos días le mantuvo vivo!
Pastel de niebla
Al temor de las horas del tiempo, que antes amaba, se adormecen mis días. Y, sin embargo, soñaba que sería a su amor, íntimo y gozoso, como transcurrirían. Qué extraño es el amilanamiento que producen los años, las repeticiones, los protocolos sociales mil veces pronunciados, los saludos insulsos, los compromisos desganados, las rutinas y también la indefensión del cuerpo y de la mente ante la ausencia de rutinas. El tiempo es un pastel de niebla que atacamos con una cucharilla. El tiempo, en el que tantas ilusiones navegaron, ahoga la lucecita chica de nuestra lamparilla con un galón de aceite.
31 de enero de 2012
Incógnita inquietante
- ¡Anarquista!
- …
- ¡Perillán!
- …
- ¡Mostrenco!
- …
- ¡Pero qué camerú que estás hecho!
- …
- ¡Ay, qué zepelín!
- …
- ¡Dios mío, pero qué alcornoquito! ¿Cómo puedes ser tan salvaje, hijo mío?
- Si yo no he sido.
- A mí no me contestes, ¿eh?
- Pues no me preguntes.
- ¡Es que no tienes ni rayo de lacha!
- …
- Yo no sé qué determinación voy a tener que tomar contigo.
Y eso de la determinación sí que me parecía grave. Yo no sabía lo que era, pero intuía que era alcanzar lo trascendente: te la habías liao sin conocimiento. El asunto pasaría a tu padre.
- …
- ¡Perillán!
- …
- ¡Mostrenco!
- …
- ¡Pero qué camerú que estás hecho!
- …
- ¡Ay, qué zepelín!
- …
- ¡Dios mío, pero qué alcornoquito! ¿Cómo puedes ser tan salvaje, hijo mío?
- Si yo no he sido.
- A mí no me contestes, ¿eh?
- Pues no me preguntes.
- ¡Es que no tienes ni rayo de lacha!
- …
- Yo no sé qué determinación voy a tener que tomar contigo.
Y eso de la determinación sí que me parecía grave. Yo no sabía lo que era, pero intuía que era alcanzar lo trascendente: te la habías liao sin conocimiento. El asunto pasaría a tu padre.
30 de enero de 2012
Lo que nos queremos
Ninguna persona está contenta con su sino. Pero, la mayoría, somos afortunados porque tenemos imperfecciones que casi todos ignoran. No arrastramos defectos evidentes, pegados onerosamente al cuerpo. Ser enano, por ejemplo, o deforme, cojo, ciego, sordo o, simplemente, diferente. Porque la diferencia es un defecto que afianza a los que, aparentemente, no tienen ninguno. Pero, curiosamente, todos nos imaginamos diferentes a los demás, con una diferencia que indefectiblemente nos hace superiores, ¡maldita sea, qué mal me expreso!, quería decir distintos. Y, sin embargo, nuestra gran seguridad en este tránsito, como algunos llaman a la vida, es justo el parecer iguales.
La luz de cada día
¿Seguiré cobrando mi pensión?
¿Me pagarán por mi trabajo?
¿Conservaré mi dinero?
¿Se esfumarán mis ahorros?
¿Perderé mi casa?
¿Qué será de mis hijos?
Hoy todos estamos curiosamente resignados a perder lo nuestro. ¿No lo habéis notado?
La sensación de seguridad, que ahora se demuestra ficticia, ni siquiera nos permite reaccionar ante lo vergonzosamente injusto.
¿Qué deberíamos pedirles a los políticos?
En mi opinión, lo más sensato, sería lo que el filósofo Diógenes, que vivía en una tinaja esperando encontrar hombres honestos, le pidió a Alejando Magno cuando éste le ofreció lo que quisiera:
“Apártate, que me quitas el sol.”
¿Me pagarán por mi trabajo?
¿Conservaré mi dinero?
¿Se esfumarán mis ahorros?
¿Perderé mi casa?
¿Qué será de mis hijos?
Hoy todos estamos curiosamente resignados a perder lo nuestro. ¿No lo habéis notado?
La sensación de seguridad, que ahora se demuestra ficticia, ni siquiera nos permite reaccionar ante lo vergonzosamente injusto.
¿Qué deberíamos pedirles a los políticos?
En mi opinión, lo más sensato, sería lo que el filósofo Diógenes, que vivía en una tinaja esperando encontrar hombres honestos, le pidió a Alejando Magno cuando éste le ofreció lo que quisiera:
“Apártate, que me quitas el sol.”
27 de enero de 2012
Contra corriente
“El oficio de cazar es el más viejo, contra lo que se dice por ahí. Que la lujuria –hijo- viene siempre después de satisfacer el hambre, que es la primera dictadora.”
“Mira –añadía-, el cazador ha de fundirse con el campo, volver a ser un elemento más de él, como lo era el hombre libre en los principios del mundo, cuando la caza era su primera y única religión. Una religión que, en puridad, ha sido la única que, a lo largo de la historia, le ha dado al hombre de comer sin meterle en problemas.”
“Mira –añadía-, el cazador ha de fundirse con el campo, volver a ser un elemento más de él, como lo era el hombre libre en los principios del mundo, cuando la caza era su primera y única religión. Una religión que, en puridad, ha sido la única que, a lo largo de la historia, le ha dado al hombre de comer sin meterle en problemas.”
26 de enero de 2012
El insensible
- ¡Ay!, ¿qué estarás pensando?
- Nada. Miro la tele y me quedo relajado. Es el único modo de conseguirlo.
- Bueno, pero, algo pensarás.
- Pues, tendría que hacer el esfuerzo de pensarlo. Y no quiero.
- Pero, es que pones unas caras.
- Mujer, no sé.
- Pero es que a mí, cuanto te miro, me vienen oleadas.
- ¿Oleadas?
- Sí, oleadas. ¿No me entiendes?
- Creo que sí.
- Y a ti, ¿no te pasa lo mismo?
- A mí, lo que me pasa, es que cada día me recuerdas más al mar.
- ¿Por su inmensidad, su profundidad, su belleza, sus continuas oleadas, quizás?
- No, porque me mareas.
- Nada. Miro la tele y me quedo relajado. Es el único modo de conseguirlo.
- Bueno, pero, algo pensarás.
- Pues, tendría que hacer el esfuerzo de pensarlo. Y no quiero.
- Pero, es que pones unas caras.
- Mujer, no sé.
- Pero es que a mí, cuanto te miro, me vienen oleadas.
- ¿Oleadas?
- Sí, oleadas. ¿No me entiendes?
- Creo que sí.
- Y a ti, ¿no te pasa lo mismo?
- A mí, lo que me pasa, es que cada día me recuerdas más al mar.
- ¿Por su inmensidad, su profundidad, su belleza, sus continuas oleadas, quizás?
- No, porque me mareas.
25 de enero de 2012
El pensador gordo
- El tiempo libre no existe. Bueno, a decir verdad, no lo sé. Desde luego, cuando yo era chico, no existía. Nadie hablaba por entonces de tiempo libre. Claro que era una época en que a la gente tampoco le importaba engordar, es más, por entonces, engordar no era tarea fácil, ni mucho menos. Ahora parece que andamos sobrados de grasas y de tiempo. La obesidad y la ociosidad han venido de la mano y ambas constituyen un problema.
- Mira, cariño, no le des tantas vueltas a las cosas, vive tranquilo, yo te quiero.
- Más te quiero yo y me aguanto.
- Mira, cariño, no le des tantas vueltas a las cosas, vive tranquilo, yo te quiero.
- Más te quiero yo y me aguanto.
20 de enero de 2012
El fin de los medios
A uno que quería detener corruptos e impedir evasión de dineros, en pro de la nación, le están aclarando que el fin no justifica los medios. ¡Mecachis!, ¡vaya por Dios!, para una vez que los trincan, van y dicen que así no vale.
Asimismo para sujetar esta economía, norte y guía de la civilización, otros, están bajando salarios, facilitando despidos, recortando la sanidad y la educación, incumpliendo con proveedores, y, en general, además de mermando derechos, acojonándonos a diario como sicarios de la nueva Santísima Trinidad (S&P, Moody’s y Fitch).
Oigan, que el fin no justifica los medios.
Asimismo para sujetar esta economía, norte y guía de la civilización, otros, están bajando salarios, facilitando despidos, recortando la sanidad y la educación, incumpliendo con proveedores, y, en general, además de mermando derechos, acojonándonos a diario como sicarios de la nueva Santísima Trinidad (S&P, Moody’s y Fitch).
Oigan, que el fin no justifica los medios.
18 de enero de 2012
Taxonomía humana
- ¿Cómo se llaman los habitantes del mundo?
- Pues, los mundiales.
- Hala, no jodas, eso es para el fútbol. Ya está cogido.
- Pues, ¿los mundanos?
- Pero, hombre, ya quisiéramos ser mundanos todos los habitantes del mundo.
- Entonces, ¿solamente pueden ser mundanos algunos?
- Hombre, claro, el mundo no podría soportar la presión económica, por no mencionar el despiporre ético y moral, si todos fuéramos mundanos, que pareces tonto.
- Y los que no somos mundanos, ¿qué es lo que somos?
- Pues, yo qué sé, supongo que mundacas o algo así.
- ¿Mundacas?
- Pues es lo que hay: mundanos y mundacas, ¿o estás ciego?
Espejo doble
Para que tú nacieras hicieron falta dos personas. Y, para que esas dos personas nacieran, hicieron falta cuatro, y ocho para que nacieran esas cuatro y así podemos remontarnos al origen de la Humanidad, sumando en cada uno de nosotros las características genéticas de muchísimos, que vivieron antes. Hoy el fenómeno sigue produciéndose y la especie se hará cada vez más homogénea por la mezcla creciente, facilitada por la unión entre personas de distinta procedencia y lugares. Piénsalo bien:
-¿Qué te sugiere que se necesiten dos para originar uno?
-Que el mundo, antes, estaba mucho más poblado.
-Vale, tómate algo.
-¿Qué te sugiere que se necesiten dos para originar uno?
-Que el mundo, antes, estaba mucho más poblado.
-Vale, tómate algo.
11 de enero de 2012
Regulación del sueño
Tras los inevitables ajustes económicos, el gobierno va a reducir drásticamente las horas de sueño. Algunas comunidades autónomas ya se han adelantado en la implementación de esta innovadora medida: el sueño es un atentado contra la productividad, contra el consumo, contra la solidaridad, contra el crecimiento económico. Esto es innegable, y ninguna persona, de bien, se opondrá a tan racional y lógica medida. Además, en horas de sueño, quedará prohibido soñar, por ser superfluo y, por tanto, antieconómico. Y, soñar despierto, estará aún más penalizado por razones evidentes. Las agencias de calificación de riesgo aplauden la medida. ¡Se despabilen, coño!
En un segundo
En la marmita de mezclar impresiones macera el cerebro todo cuanto percibe. Y, como en una coctelera, se agitan y se revuelven actitudes, palabras, gestos, miradas, facciones interesadas y caras aburridas, despistadas o crispadas, con molestos cristales de sal que no encuentran otro punto por donde brotar. Y todo es de provecho cuando la pasión está calma y se acumula en el alma la desesperanza de aquel tango y la tenue melancolía templada de cualquier bolero. La vida enseña al que la escucha, pero cuánta concentración para escucharla. Y, lo que uno aprende, ni a uno mismo le aprovecha. Lástima.
Empresa pionera
Vendemos estertores, jadeos tenues o escandalosos, ruidos cavernosos de pechos agónicos, sonidos de tripas hambrientas o descompuestas, arcadas con o sin vomitona, pedos de todas las gamas excepto sordos, regurgitaciones, empellones y ventosas de coito, palmadas de azotes o de bofetadas, eructos, hipos, convulsiones sonoras especialmente inconexas, toses, carrasperas, expectoraciones, estornudos, orgasmos, besos suaves o restallantes, lametones, sorbos, masticaciones, degluciones, escupitajos cargados o salivazos, defecaciones… y trabajamos estos sonidos y otros en cualquier idioma, garantizando su origen natural, con absoluto respeto a razas, nacionalidades y demás hechos diferenciales. Somos una nueva empresa emergente, creativa y pionera en el mercado globalizado.
Txistularis
Impertérritos, ajenos al paso de la gente, que parece alocadamente amorfa, tocan los siete serios acompasados sabiendo el son. Sobrios, tranquilos, como si estuvieran en el prado siempre verde de su aldea con el tiempo parado, interpretan impávidos tonadas heredadas de antaño.
Luego se van pausadamente y formados sin acuerdo previo, entonando religiosamente y con ritmo ambidextro, hasta la Plaza Nueva. Y siguen allí con el txistu y el tamboril ese homenaje suave que parece dirigido a las piedras, ajeno a transeúntes y turistas, y que sólo los viejos parecen apreciar por dentro, sin que nada lo denote por fuera.
Luego se van pausadamente y formados sin acuerdo previo, entonando religiosamente y con ritmo ambidextro, hasta la Plaza Nueva. Y siguen allí con el txistu y el tamboril ese homenaje suave que parece dirigido a las piedras, ajeno a transeúntes y turistas, y que sólo los viejos parecen apreciar por dentro, sin que nada lo denote por fuera.
6 de enero de 2012
La encuesta breve
Sostienen algunas personas que, con el paso del tiempo, la tristeza se hace una compañía cada vez más asidua, hasta terminar por hacerse crónica.
De este supuesto ignoro si hay datos contrastados pero, desde que lo escuché, observo atentamente las facciones de la gente mayor.
Aparte del sorpresón que tuve, ya hace años, al enterarme de que la arruga era bella, he de reconocer que sus caras no son precisamente el escaparte de la alegría. Así que un día encuesté a un anciano:
- ¿Opina que las personas de la tercera edad tienen la cara triste?
- ¡Mírate en un espejo, gilipollas?
La fidelidad
- Pues, a mí, me educaron así y así pienso seguir hasta la muerte. Porque yo soy una persona de principios, no un chisgarabís de esos que hoy dicen una cosa y mañana hacen otra. Porque la verdad, sépalo usted, no tiene más que un camino. Y no soy yo uno de esos acróbatas mentales, tan al uso, que emplee la palabra para justificar mis cambios de conducta. Porque esas defecciones, en mí, ni existen, ni existirán. Yo, sépalo usted, soy una persona de fidelidad inquebrantable.
- Usted confunde la fidelidad con la constancia.
- Ah, ¿pero es que no es lo mismo?
Recuerdos del puente
- Un día tu aita, cuando estaba pestuzo, se subió hasta no sé dónde gateando por ese puente y luego no podía bajar y tuvieron que llamar a los bomberos y, cuando lo bajaron, los guardias le tuvieron una noche en el calabozo. Anda, pregúntale.
- ¡Ahí va!, ¿de verdad, aita?
- No le hagas caso al tío y vete a jugar con la Begotxu. Y tú, Josetxu, no me jodas, hombre, que el niño me va a tomar por Superman. Pestuzo, sí, pero por Superman, que los críos se lo creen todo.
- Tan pestuzo que, encima, se te olvidó poner la ikurriña.
27 de diciembre de 2011
Ni positivo, ni negativo: el pensamiento
Pronto o tarde llegamos al convencimiento, cuando no nos llevan a él de un modo u otro, de lo inconveniente que es todo lo que nos gusta. Así nos procuramos la infelicidad privándonos de ello o, haciéndolo, nos mortifican los remordimientos y somos infelices igualmente.
En definitiva, el tiempo pasa y, sin embargo, hay que ver, en la vida, el tremendo trabajo y los esfuerzos que a casi todos nos cuesta el no llegar a ningún sitio.
Y, que conste, que no lo digo por mí que, dentro de un par de horas, me voy de viaje. Caiga quien caiga.
21 de diciembre de 2011
La mirada vieja
Obsesionado por la vieja muerte, camina incansable el cazador buscándola. La aleación de la vida y la muerte no le deja dejar de pensar. El retorno a la ansiada soledad gratuita del quedo monte es una droga que redime de esa soledad ruidosa, adorno de la vida. Inconsciente de que es locura querer ajustar nada con la vieja, prosigue pertinaz, sin un destino. El mismo sol que deshizo la escarcha le dice adiós con su mirada horizontal y, entre el inicio de las sombras, cada vez más frías, vislumbra, en un momento, la mirada quieta con que la muerte mira.
El toque de la siringa
¿Madre, qué toca el afilador?
Va tocando la siringa
y con ella afila al viento
y lo deja más cortante
que el silbido de una sierpe
con sus dientes de diamante.
¿Por qué toca siempre igual?
Porque el viento sube y baja,
baja y sube,
y luego vuelve a bajar,
y la siringa le dice
como tiene que soplar.
¿Y el viento afila cuchillos?
Sólo él los puede afilar,
porque el viento sube y baja,
baja y sube,
y luego vuelve a bajar.
La siringa lo amaestra
y él no se puede negar.
Porque el viento sube y baja,
baja y sube,
y luego vuelve a bajar.
16 de diciembre de 2011
Despedida discreta
Entre cuatro paredes, dos a dos paralelas, pasaron las dos terceras partes de mi vida. Forzosamente tomé sentido de las proporciones y mi existencia tuvo dos tercios de obediencia, rutina, melancolía y hastío. El otro tercio vivo, hoy, gozosamente se ha adueñado del todo.
Estoy agradecido a los que me han querido, pero, recobrando mi vida, he encontrado la calma, y sé que alguno, al despedirme, se ha sentido perdido. No me vanaglorio de nada pues, al final, sólo unas humildes peonías me han acompañado, las flores amorosas de mi ser más querido. Con eso basta.
15 de diciembre de 2011
El diente
Cuando se me cayó el primer diente mi abuelo me llevó junto al quicio de la puerta del patio y con un lápiz trazó en él la marca de mi altura. En ella clavó el diente despacito y, cuidadosamente, escribió la fecha. Los días siguientes acudía ansioso a medirme a la señal hasta que, frustrado, terminé por olvidarla. Ya no hay abuelo, casa, patio, ni puerta y me pregunto si en alguna escombrera estará pudriéndose aquel quicio del diente.
Vivía ignorante de la muerte y mi felicidad hubiera sido superar aquella raya. Pero ni siquiera algo tan sencillo pudo ser.
14 de diciembre de 2011
Madre vieja
Debajo del cascarón de niebla, yace la tierra, cubierta de otra capa recién alumbrada que el color funde con su madre vieja. Entre los robliscos late, imperceptible, el aliento fugaz del monte y, sus seres esquivos, que son misteriosos y cambiantes, parece que se han desvanecido. Algunos santos innombrables, de virtudes hoy desconocidas, devotos sin etiquetar, le permanecen fieles: anónimos anacoretas montaraces, tercos y siempre fugitivos.
En su ensimismamiento, el vuelo sesgado, inopinado, zigzagueante y esquivo de una becada brotando de los ocres muertos, les recuerda que hay, ocultos, otros mundos, mundos concéntricos. Y buscan palabras, pero no las encuentran.
13 de diciembre de 2011
Diciembre
La niebla se dedica a posponer los amaneceres y éstos duran, a veces, todo el día y, entonces, anochece sin terminar de haber amanecido. La gente, que está a otras cosas, no aprecia estos detalles ni le importan. Pero, en estos diciembres de montes ateridos con sus suelos rojos de hojas húmedas y blandas de marojo, el silencio se alía con la niebla y ambos llenan las barrancas ocultas, desiertas y olvidadas de un humo blanco y frío, de un humo que moja al que se interna en él y le hace sentirse dormido, por un rato, en su mortaja.
9 de diciembre de 2011
La emoción
Miro hacia adelante. El abrigazo ajado, gris y pesadote que, como un tonto, he aguantado tantos años se me ha caído de los hombros. De debajo, ha salido la alegría nueva y elástica de un perrillo. Casi me han dado ganas de acariciarme detrás de las orejas. El futuro es un traje gratuito, a estrenar, con zapatos de suelas intactas y blancas, de tocino, una promesa de pasos ansiosos, de caricias airosas de seda, de espacios perdidos esperando. Esta vaharada nueva ha empañado el retrovisor de mi vida. ¿Y qué le importa a nadie, si no me importa a mí?
2 de diciembre de 2011
Filósofo de barra americana
-Mira, un hombre, que sea hombre, tiene que querer a mil mujeres.
-Bueno, y una mujer, supongo, que también puede querer a mil hombres.
-Lo has dicho muy bien: puede, pero ella no quiere querer a mil hombres, quiere querer a uno que la quiera: el instinto del nido.
-Y los hombres, ¿no lo tenemos?
-No señor, el único instinto del hombre es el del apareamiento. Y por eso, no por mero gusto, andamos por ahí desatalentados.
-Pero las mujeres dicen que somos esclavos de nuestra entrepierna.
-Ellas son las que quieren esclavizarnos a su nido.
-Me deja usted de piedra.
-Como lo oyes.
1 de diciembre de 2011
El sacabocados
Palabras que abandono al aire llenan mi vida.
Y, a la vez, la vacían de vértigo
y, de su propio vacío, la liberan.
Por su enunciado se me escapan
los sentimientos tristes,
esa ciénaga de lugares comunes,
sin formal importancia,
que acaban por amolar el alma.
Y me pregunto si sería el mismo
si no anduviera tan enzarzado
en mis enredos de palabras.
Ando colgado de ellas,
pendiente de su aguja viciosa,
afilada de tinta y de tics eléctrónicos,
que me hace depender,
como de la respiración,
del significado y el sonido
de su poderosa alma invertebrada.
De todo lo demás ya dudo.
Y las restantes cosas bien me espantan.
Vivo cosido, dia a dia,
a los agujeros que en mi piel taladra
el sacabocados hambriento de la palabra.
Sobre la marcha
Las dos mujeres subían animadas por la Calle Mayor.
- Y, ¿se presentó ayer?
- Sí, hija. Cuando menos lo esperaba.
- ¿Te hablaría al menos de la separación y discutiríais lo de la niña?
- Que no habló nada, sólo actuó.
- ¿Cómo que no habló?
- Lo que oyes. Ni pun de la niña, ni de nada.
- Pero, entonces, ¿a qué vino?
- Mira, no lo sé. Pero, eso sí, me echó un soberano polvazo de media tarde y me quedé como nueva y, claro, sin palabras.
- No lo entiendo.
- Ni yo tampoco, pero, ¿qué habrías hecho tú?
- ¡Ay, chica, yo qué sé!
- Y, ¿se presentó ayer?
- Sí, hija. Cuando menos lo esperaba.
- ¿Te hablaría al menos de la separación y discutiríais lo de la niña?
- Que no habló nada, sólo actuó.
- ¿Cómo que no habló?
- Lo que oyes. Ni pun de la niña, ni de nada.
- Pero, entonces, ¿a qué vino?
- Mira, no lo sé. Pero, eso sí, me echó un soberano polvazo de media tarde y me quedé como nueva y, claro, sin palabras.
- No lo entiendo.
- Ni yo tampoco, pero, ¿qué habrías hecho tú?
- ¡Ay, chica, yo qué sé!
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